Andalucía más que verde

La vuelta al cole en 're-corte' exprés

Casi lamento titular con una parodia de lo que ha sido, desde que este mundo -consumista- es mundo, uno de los lemas publicitarios más archiconocidos

Publicado: 11/09/2019 ·
10:15
· Actualizado: 11/09/2019 · 10:15
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Casi lamento titular este artículo con una parodia de lo que ha sido, desde que este mundo -consumista- es mundo, uno de los lemas publicitarios más archiconocidos en España. Lo lamento por ceder a la inercia psicolingüística del mercado, pero digo “casi” porque esta debilidad me acerca a la realidad de tantas y tantas familias que, a principios de septiembre, si no antes, comienzan a experimentar un estado de ansiedad y alerta críticas que no siempre vienen condicionadas por expectativas puramente educativas, sino, posiblemente, por el temor a no “dar la talla” como padre o madre ante un entorno igualmente mediatizado por el significado comercial de “la vuelta al cole”.

Es a estas familias a quienes especialmente interesa – o debe interesar – conocer algunos datos sobre cómo volvemos, como sociedad, al colegio en este año tan convulso a nivel político en toda la geografía española, pero especialmente la andaluza; pasar de un PSOE absolutamente institucionalizado y casi naturalizado a un gobierno abiertamente neoliberal y conservador está acarreando ya, a niveles que podríamos calificar de exprés, consecuencias que, si bien ya venían produciéndose a tenor de la derechización progresiva del Partido Socialista, se nos aparecen ahora como mazazos súbitos ante los que casi no sabemos cómo reaccionar.

Volvemos al “cole” con una Consejería de Educación…y Deporte, gestionada por Ciudadanos con Javier Imbroda a la cabeza quien, si bien es doctor en Ciencias de la Educación, “aporta” a este gobierno especialmente su extensa experiencia como entrenador de baloncesto.

La ya mermada educación pública andaluza ha sufrido en pocos meses varios reveses que afectan de manera muy directa a toda la comunidad educativa. Por diferentes aunque interconectadas razones, familias, profesorado y alumnado  volvemos a estar en pie de protesta:

Volvemos al “cole” con las mochilas de niños y niñas cargadas de libros de texto nuevos y relucientes, que no han supuesto un gasto extra para las familias debido al sistema de gratuidad de los mismos, pero con las escuelas públicas “descargadas” de personal docente como nunca antes se había conocido, no al menos en un tiempo absolutamente récord.

Según el sindicato de enseñanza USTEA, más de 750 plazas docentes, entre primaria y secundaria, han sido suprimidas o desplazadas este curso; se han perdido 600 vacantes en educación primaria y han sido suprimidas más de 400 unidades (grupos-clase) en los centros de educación infantil y primaria. Esta patente política de recortes ha sido sagazmente enmascarada con unas instrucciones de carácter curricular que no han hecho sino enfrentar a docentes de una especialidad frente a otras (esta estrategia desmovilizadora es histórica en la política educativa andaluza).

Volvemos al “cole” con enormes diferencias en dotación económica para organización, funcionamiento y estructuras entre unas escuelas y otras. La bioclimatización de los centros, por ejemplo, las condiciones ambientales necesarias para trabajar de forma digna y productiva, corre a cargo de las familias o de las ayudas de algunos, pocos ayuntamientos. No me detengo en otras cuestiones, como la accesibilidad universal de los espacios, el estado de sistemas de electricidad, la paupérrima situación de los patios, y un larguísimo etcétera difícil de catalogar, porque cada escuela presenta las deficiencias propias de su entorno; a mayor grado de pobreza y exclusión, menor inversión y preocupación institucional.

Tanto los recortes en plantilla como la infradotación en otros recursos responde obviamente a la estrategia ya iniciada por el PSOE de privatización de la educación. Cuanto menos valor social tiene la escuela pública, más amplio es el camino hacia la escuela privada, y más interesante es para quienes negocian con ella, claro.

Volvemos al “cole” con un currículo no consensuado; incoherente en la práctica, ya que la supuesta educación por competencias es objetivamente incompatible con los horarios escolares y los libros de texto editados en función de los mismos; y completamente de espaldas a la transformación que el mundo necesita, ¡que necesitamos ya!

Lejos de asumir la emergencia climática y que vivimos en un modelo económico y social destructivo para las personas y el planeta, nuestro sistema educativo se empeña en perseguir una excelencia académica conducente a obtener el éxito disciplinar específico que los mercados demandan.

Ante esta visión netamente neoliberal, la escuela que vamos a encontrar no es ni será jamás inclusiva; una sociedad diversa y compleja necesita una escuela que así lo entienda, y que invierta, por consiguiente, en atender, valorar y aprovechar toda la diversidad que nuestros niños y niñas traen bajo sus mochilas cargadas de cosas.

Volvemos al “cole” con un sistema educativo que nunca se ha tomado en serio la igualdad entre hombres y mujeres, entre niños y niñas. Los planes de igualdad, prescriptivos desde hace años entre los documentos de centro, se elaboran y revisan anualmente, pero su calidad y carga transformadora queda a expensas de la voluntad y concienciación del profesorado, rectifico, de la persona que coordine el plan y de su capacidad de persuasión entre el equipo docente. Lamentablemente, seguimos en muchos casos sin “atar cabos” entre subir una falda en el patio y los asesinatos machistas, los cuales ascendieron este año más de un 40 %.

Pero volvemos al “cole” también con Fridays For Future (jóvenes por el futuro), Teachers For Future (profes por el futuro), Escuelas de Calor, Familias por el Clima, Docentes por la Pública, Marea Verde…colectivos que no se resignan, que avanzan con muy poco miedo y con todo el entusiasmo. Repensemos el modelo de “cole” al que queremos volver y de qué queremos llenar las mochilas de nuestros hijos e hijas… también las nuestras, maestras y maestros, porque de ello depende que continúen o no debilitando nuestro derecho a ser mejores personas para poder construir y compartir una escuela, un barrio, un pueblo, una ciudad, una comunidad o un mundo más habitable.

Mar Oliver.

Maestra de Infantil y Primaria y coportavoz de EQUO VERDES en Sevilla.

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