Ofendiditos, buenistas y demás incautos

Publicado: 06/09/2019
Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Chistes, expresiones e incluso palabras que antes habrían pasado desapercibidas pueden convertirse actualmente en objetos de enconados debates
Si fuera por algunos todos viviríamos inmersos en una situación de permanente ofensa, pero claro no todos tenemos la piel igual de fina y lo que es un motivo para los que se sienten ofendidos para otros es solo una cuestión de ignorar las opiniones o actuaciones que no les agraden. “Me siento ofendido por la opinión de fulanito” o “me ofende lo que respondió menganito” son expresiones que forman parte de muchas conversaciones, que cada vez se utilizan más y con peores consecuencias.

Chistes, expresiones e incluso palabras que antes habrían pasado desapercibidas pueden convertirse actualmente en objetos de enconados debates en los medios y en las redes sociales, en los cuales siempre hay alguien que se siente ofendido personalmente o que se erige en defensor de quienes según su criterio se han debido sentir.

Pero a mi entender sentirse ofendido por algo no debería depender solo de la importancia que se le dé, sino de la que realmente tenga. Es evidente que todos tenemos derecho a sentir rechazo por lo que acontezca o se diga a nuestro alrededor pero manifestar ante los demás que uno se siente ofendido solo porque a uno no le guste o no comparta la opinión o actuación de otra persona o grupo, cuando dicha opinión realmente no atenta contra mí o mis intereses.

Y desde luego no es lo mismo manifestarse ofendido ante opiniones legítimas y razonables que ante la falsedad, desprecio o descalificación. A veces los demás dicen o hacen las cosas solo buscando hacernos pensar y tal vez reír, no necesariamente para hacernos sentir mal, por ello debemos analizarlas de forma objetiva y tomarlas con su intención, no sacándolas de contexto con la intención apelar a los sentimientos de otras personas para que muestren su rechazo.

Lo que acontece a nuestro alrededor se puede analizar de muchas maneras pero no es ético ni moral hacerlo obviando y sacando de contexto aquello que nos permita convertir situaciones, expresiones y hasta palabras en motivo para sentirnos ofendidos.

Es más grave aún hacerlo para obtener ventaja en las relaciones sociales o rédito en las posiciones políticas. Preocuparse exclusivamente por los sentimientos puede hacer que se olviden los hechos y se propicie que la sociedad pueda quedar en manos de cualquiera que se autoproclame justiciero social en nombre de las quejas y susceptibilidades de los ofendiditos que propicia el sistema.

Esto solo conducirá a una dictadura en la cual la razón y la libertad de pensamiento serán sustituidas por las emociones de personas manipuladas mediante altas dosis de buenismo y corrección política, las cuales en vez de reivindicar las cosas verdaderamente importantes reivindican las pamplinas que les ofenden. Eso sí solamente solo las que interesen al poder.

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