La novena provincia

83 Aniversario del asesinato de Blas Infante

Hace poco más de un siglo, Andalucía no existía oficialmente.Las voces de Andalucía y los andaluces, solo existían en el lenguaje de la calle y en referencias..

Publicado: 07/08/2019 ·
19:29
· Actualizado: 07/08/2019 · 19:29
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Autor

Patricio González

Ingeniero Técnico Naval. Fue alcalde de Algeciras durante doce años (1991-2003). Ha publicado un total de 14 libros

La novena provincia

Espacio dedicado a la problemática del Campo de Gibraltar, aunque también a temas generales de la situación de Andalucía

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Hace poco más de  un siglo, Andalucía no existía oficialmente. Las voces de Andalucía y los andaluces, solo existían en el lenguaje de la calle y en algunas referencias literarias. Y nuestra historia está llena de tópicos y de mitos. Ha  sido, como se dice ahora, intoxicada. Para nosotros da lo mismo que esa mitología haya sido llevada a cabo de forma consciente ó de manera totalmente inconsciente. El caso es que existe y que somos los andaluces los que padecemos las consecuencias.

 

Y a estas alturas, todavía quieren meternos con calzador, que todo empezó un cuatro de Diciembre de 1977, cuando casi cien años antes ya se plasmó, en 1883, el primer proyecto de Estatuto de Autonomía, la Constitución de Antequera.

 

A partir de entonces, la lucha por la autonomía ha sido una constante en nuestra tierra, incluso en los periodos más negros como la propia dictadura franquista.

 

Por tanto es necesario insistir en que la realidad andaluza es antigua, aunque en un momento se truncara por la violencia de fuerzas extrañas.

 

Al-Andalus, por reducción al absurdo, existió porque dejó de existir. Porque dejaron de existir un pueblo, una cultura  y una civilización en su estado libre.

 

Y Al-Andalus existió y existe porque continuaron existiendo un pueblo, una cultura y unos restos civilizadores.

 

Y porque, a pesar de todo, Andalucía siguió y sigue siendo distinta. Para mal y para bien. A pesar de todo.

 

Y hoy, cuando se han superado esas mil trampas que nos han puesto en el camino, pero dejándonos jirones muy importantes de nosotros mismos en cada una de ellas, tenemos que decir, como el propio pensamiento de Blas Infante así lo transmitía: a pesar de todo.

 

“Los que hacen  de la política una profesión exclusiva y excluyente, hablan de conflictos entre ideas y realidades. La diferencia entre ellos y nosotros  es esta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados. Para nosotros, los dolores creados por esos intereses”.

 

Andalucía no es un espacio geográfico, ni sólo una zona económicamente periférica y dependiente. Andalucía es una colectividad humana con características socioculturales específicas que la diferencian de otras colectividades. Andalucía es, en sentido antropológico, un pueblo.

 

Desde el rechazo del esencialismo. Y aunque Andalucía pueda reclamar el poseer las raíces histórico-culturales más antiguas de la Península Ibérica, como cualquier otro pueblo, el andaluz es producto de la historia, pero de un proceso histórico particular y propio.

 

Las naciones son construcciones históricas. Son pueblos que poseyendo rasgos  territoriales, socioeconómicos y culturales propios, se definen como sujetos colectivos y reclaman el protagonismo de su propia historia futura.

 

El catálogo de los pueblos –naciones no está cerrado.

 

Cualquier pueblo puede acceder a dicha condición como plasmación de la voluntad mayoritaria de sus miembros.

 

La Historia no acaba ni empieza en 1936 con el asesinato de Blas Infante. La historia se hace cada día.

 

Andalucía, como pueblo, tiene argumentos y legitimidad, como el que más, para reclamar y ejercer el derecho que todo pueblo tiene  a determinar por sí mismo lo que deba ser su futuro y  la forma en que defina su interrelación con los demás pueblos de España y de Europa.

 

Andalucía no puede aceptar que se la postergue nuevamente y se hipoteque su desarrollo como pueblo, hurtándole la capacidad de tratar de igual a igual con quienes puedan plantearse la reestructuración del Estado que se avecina.

 

El sometimiento de la economía andaluza a los dictados de la política comunitaria sin la existencia de una voz propia en la toma de decisiones sobre sectores y temas que nos afectan de manera muy directa, como es el caso de la agricultura y de la pesca, es uno de los más claros exponentes de Andalucía como realidad específica, como pueblo y como cultura.

 

Hoy, ochenta y tres años después del asesinato de Blas Infante, Padre de la Patria Andaluza, hago un llamamiento a los andaluces y andaluzas y a las asociaciones y colectivos de nuestra tierra para estar vigilantes y activos ante el riesgo  de que Andalucía sea sacrificada a intereses que no le son propios.

 

Y  pido al Parlamento andaluz, y a cuantos tienen responsabilidades institucionales y políticas – tanto de Gobierno como de oposición- que defiendan los derechos conquistados por el pueblo andaluz. Tengan firme voluntad de desarrollarlos y los planteen y ejerzan de forma irrenunciable en todos los escenarios y situaciones.

 

Se hace precisa, además, la reactivación de la conciencia de todos los andaluces y el desarrollo de una convergencia entre los colectivos, organizaciones, e instituciones que, más allá de intereses particulares y estrategias partidistas, fragüe un bloque que defienda y potencie lo que Andalucía es y quiere ser: un pueblo libre, una nacionalidad protagonista de su propio futuro y solidaria entre los pueblos.

 

 

 

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