Esta semana VIVA JAEN denunciaba que miles de documentos históricos y administrativos del Archivo Municipal del Ayuntamiento de Jaén permanecían abandonados en una nave industrial del polígono Nuevo Jaén. El propio edil de Cultura, José Manuel Higueras, explicaba el deterioro progresivo de este material que se encontraba apilado, cubierto de excrementos de paloma y conviviendo con las ratas, y que además, estaban sin catalogar ni digitalizar. Una aberración, en pocas palabras. La pregunta es quién o quiénes han permitido este desprecio hacia la memoria viva de nuestra ciudad; porque eso es el Archivo Municipal, la caja donde se guarda y conserva una parte fundamental de la memoria viva de Jaén. No puede haber presente ni futuro sin el conocimiento de los sucesos y procesos que nos precedieron. Y no deja de ser curioso que aquellos que siempre está hablando de la tradición y de la historia, a lo que se ve solo para sus intereses, sean los que aparecen en la mente de casi todos como responsables de esta tragedia para la ciudad y de esta ofensa a sus ciudadanos. No sorprende que aquellos que se empeñan en reescribir la historia a su favor desprecien el valor documental y patrimonial de esos miles de documentos y que hayan mostrado ese desinterés hasta favorecer su destrucción. Estoy segura de que para muchos de ellos no eran más que papeles, un montón de papeles que solo servían para ocupar espacio y acumular polvo. Documentos sin importancia. Hace algunas décadas otros con absoluto desprecio hacia la historia y la humanidad quemaban libros públicamente en calles y plazas. Es la negación del conocimiento, la poda de las raíces, al menos de algunas de ellas, de nuestros orígenes. Muchos de esos documentos son irrecuperables. No hay justificación, aunque no faltará quien ofrezca alguna excusa peregrina sobre la idoneidad de haberlos arrumbado en una nave. Pero deben exigirse responsabilidades y debemos conocer a los responsables de un acto tan grave e irreparable para nuestra ciudad, no solo por el valor de esos documentos en sí mismos, sino por su valor como elemento para la investigación. Es obvio el desprecio que sienten algunos de nuestros gobernantes por la cultura y todo lo que tiene que ver con ella, pero es inconcebible que aquellos que presumen de amar esta ciudad y se les llena la boca de alabanzas sobre nuestro legado y su transmisión a las futuras generaciones hayan permitido que ese legado sea tratado como basura.
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