En manos de Carmen Calvo y Pablo Echenique está la misión de fraguar el acuerdo que dé paso a un gobierno de coalición PSOE-UP. Pedro Sánchez esperapara acometer la confección de un equipo llamado, otra vez, a sorprender. Un Ejecutivo alejado de las viejas adherencias de partido y más situado, en cambio, en otras parcelas que trasladen un mensaje lleno de frescura y novedad. Por innovar, en la anterior ocasión, hasta fichó a un astronauta o a una estrella televisiva, que, como se sabe, luego quedó estrellada en sus primeras evoluciones. Fue lo que llamó “un gobierno bonito” aunque, esta vez, tiene más difícil dar la campanada ya que tendrá que contar con los de Pablo Iglesias. Salga lo que salga de ahí, lo cierto es que Sánchez tiene mucha tarea por delante como puede ser dotar de unos nuevos Presupuestos a España, reformas estructurales y afrontar el siempre acuciante problema territorial.
Y, mientras tanto, desde Andalucía se aguardaban acontecimientos con una reivindicación inmediata que pasa por implementar un nuevo modelo de Financiación Autonómica que corrija desequilibrios y el pago de los 4.000 millones de euros que hemos recibido de menos a lo largo de estos últimos años, tal y como se acordó en su día en el Parlamento Andaluz con el beneplácito del PSOE y de la propia María Jesús Montero que, se presume, seguirá siendo Ministra de Hacienda.
Pero aquí, Juan Manuel Moreno sigue superando etapas. Cuenta ya con unos presupuestos aprobados para este año y con las garantías suficientes para sacar adelante los correspondientes a 2020 que es lo mismo que tener el horizonte despejado de cualquier incertidumbre en todo lo que le resta de legislatura.
Un hecho realmente singular y sumamente valioso si se tiene en cuenta la inestabilidad existente en otros territorios. Un factor extraordinario que, sin embargo, pasa un tanto desapercibido, sepultado por el ruido ensordecedor que proviene de la vida política nacional. Con ello se demuestra, además, que el encapsulamiemto de dicho gobierno andaluz ha sido su principal virtud, lejos de diatribas internas, sobresaltos provenientes de la ultraderecha y pulsiones competitivas por el centro-derecha entre PP y Cs, socios bien avenidos en San Telmo. Nada les altera y su estabilidad es un hecho manifiesto, como lo es, también, que los populares están siendo más hábiles a la hora de capitalizar los resultados de la gestión de este otro “gobierno bonito”. Por ahora.
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