Matrícula de deshonor

Las drogas van ganando la batalla

Hablamos de asesinos que viven por encima de sus posibilidades a costa de esta lacra, inmunizados con coches de lujos, viajes, terrenos y viviendas

Publicado: 22/07/2019 ·
13:15
· Actualizado: 22/07/2019 · 13:15
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Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Vuelvo a mi ser y centro de nuevo mi atención en otra de las caras de las drogas, que sigue maltratando a esta ciudad en todo su contexto. Esta versión es la que menos preocupa en general a la sociedad y la que verdaderamente pone en manos de los damnificados la sustancia que lentamente los va apagando, destrozando a tantas familias. Hablamos de asesinos que viven por encima de sus posibilidades a costa de esta lacra, inmunizados con coches de lujos, viajes, terrenos y viviendas, invirtiendo en cierta seguridad económica, a sabiendas de que cualquier día podrían estar entre rejas. No hablo de los que trapichean, que en general son usados por unos míseros euros y que en general son prisioneros de la sustancia en sí. Hablamos de aquellos que se lucran de forma directa o indirecta con el tráfico, desde los que la mueven hasta quien lo permite por asumir un rol profesional concreto, recibiendo sumas cuantiosas por ello.

La pasada semana hemos podido leer en todos los medios de comunicación la macro redada que se ha realizado en algunos pueblos de la costa de Huelva, dando como resultado la detención de 15 personas de las que 14 de ellas han entrado directamente en prisión, y que posiblemente estarán fuera en pocos años. Yo soy de aquellos que tienen la certera convicción de que la justicia no “castiga” a estos delincuentes como se merecen, siendo el tráfico, cultivo, o elaboración un delito contra la salud pública recogido en el artículo 368 del Código Penal, donde las condenas oscilan entre los tres y seis años, y reducidas por buen comportamiento. Desde mi perspectiva, deberían ser juzgados como asesinos, puesto que estos delincuentes son conscientes del daño que conlleva el consumo, saben perfectamente cuál es el final que crea la dependencia de las distintas sustancias, y aún así, se dedican a ello. Esta actividad delictiva les compensa, “va en el lote”, como alguna vez me han comentado.

Para mí, esta redada debería realizarse cada semana, incrementar el control e invertir en su persecución. Huelva se sigue posicionando como uno de los importantes puntos de paso, en cuanto al tráfico de sustancias adictivas se refiere, y por ello se precisa de cierta asiduidad en las intervenciones de este calibre. Durante el año, hemos podido observar asesinatos, disparos o barrios amedrentados que están dando una visión de Huelva y su provincia muy negativa y que tenemos que empezar a cambiar. Lo malo, que tras dicha redada, en pocos días, dichos puestos volverán a ocuparse y todo seguirá igual. Las drogas nos están ganando la batalla y las leyes no nos lo están poniendo fácil.

 

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