El Loco de la salina

Los primeros en llegar a la Luna

Mascamaiz se levantó aquella mañana como todos los días con los ojos puestos en buscar clientes que llevar a donde hiciera falta con su coche de caballos.

Publicado: 21/07/2019 ·
19:36
· Actualizado: 21/07/2019 · 19:36
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Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Eso de que el hombre ha estado en la luna es un rollo macabeo. No se lo crea. Los americanos lo prepararon todo a conciencia aquel 19 de julio de 1969, hace 50 años, para que pareciera que habían ido allí de verdad; hasta la bandera la pusieron tiesa para que nos tragáramos el anzuelo. Y nosotros, ingenuos telespectadores, estuvimos toda la noche esperando que nos tomaran el pelo de mala manera. En lo de preparar películas de ese tipo los yanquis son auténticos maestros. Pero aquí los únicos que hemos estado en la luna, y los primeros, somos Mascamaiz y los locos que llenamos este manicomio. Si no le importa, se lo voy a contar.

Mascamaiz se levantó aquella mañana como todos los días, es decir, con los ojos puestos en buscar clientes que llevar a donde hiciera falta con su coche de caballos. Más tarde, se tomó un café calentito con aguardiente y se puso a gusto. Le miró detenidamente la cara al caballo y algo presintió, porque le brillaban demasiado los grandes ojos que suelen tener los caballos cuando no les entra suficiente comida por la boca. Luego, le dio la vuelta al parque para calentarmúsculos y se dispuso a bajar por la calle de los Muertos (perdone que lo ponga con mayúscula, pero a mí los Muertos me causan un gran respeto, más que nada por lo serios que se ponen). Dejó atrás Suministros Americanos confiado en el agarre del pavimento y siguió bajando poco a poco. De pronto, al llegar a Vila, echó un vistazo a la izquierda y comprobó que el rey de los eternos parches de bicicleta estaba atareado con una cadena llena de grasa. Pero de pronto sintió un fuerte tirón del caballo, que bien hubiera podido ser producto del hambre que acarreaba el bicho, y se lanzó hacia abajo como alma que lleva el diablo en busca de la inmortalidad. El animal echó todos los frenos del mundo, pero el piso estaba resbaladizo y el choque resultaba inevitable. Se coló a las bravas en la luna del escaparate de los Domínguez y hoy nadie duda de que Mascamaiz fue el primer hombre en llegar a la luna junto con su caballo, lo cual tenía más mérito todavía. Hay muchas versiones sobre de dónde procede el nombre de Mascamaiz. Como los tiempos eran muy duros, tanto para el caballo como para Mascamaiz, los dos se disputaban la papa. Otros aseguran que la expresión era un poco borde, porque el hombre señalaba insistentemente con el dedo índice sus nobles partes. La gente, después del accidente, cantaba: “Mascamaiz, no llores más. Mira el caballo, mira el caballo, ¡qué alegre está!”

Sin embargo, también los locos podemos ponernos esa ilustre  medalla. Prácticamente estamos todo el día en la luna desde tiempos inmemoriales y eso no lo puede negar nadie. Y es que ser lunático tiene grandes ventajas. Uno se aísla del mundanal ruido y prefiere decir pamplinas antes que escucharlas. En la luna no hay investiduras, ni políticos dando la paliza diariamente, ni pactos plomizos, ni separatistas, aunque la luna esté tan separada…Debo decir que el sitio, a pesar de ser muy solitario, reúne muchas condiciones, aunque es verdad que el lunes, primer día de la semana y el más difícil, tomó su nombre de la luna. Pero no se le ocurra ir, porque ya están allí los gitanos haciendo de ella collares blancos y estoy viendo que ya mismo no cabemos ni allí, ni aquí.Que nadie lo engañe; los primeros en llegar a la luna fuimos los locos y Mascamaiz.

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