Bueno, bonito, barato e innecesario

Publicado: 19/07/2019
Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Todos sabemos que nuestros antepasados más lejanos sobrevivían a base de cazar y recolectar alimentos
Cuando llegan las rebajas cientos de miles de personas se lanzan a comprar. Suele decirse que a las rebajas no se acude para comprar aquello que se necesita sino que de lo que se trata es de dar con lo que esté más rebajado y cuanto más cosas se compren mejor, de ahí que cuanto más caro fuera y más barato lo pongan a la venta más interesará al público.

No debemos olvidar que detrás de casi todo lo que hacemos los seres humanos están nuestras ansias por competir. Siempre me ha llamado la atención la propensión más o menos acentuada que tenemos los humanos por acumular cosas, pero me ha parecido aún más curioso que dicha propensión se queda corta ante el interés que invariablemente mostramos por conseguir esas cosas.

La atracción que sentimos por encontrar en las rebajas algo que engrose nuestras pertenencias es algo transitorio y el reclamo que representa la bajada del precio es determinante, pero sin duda buscar y conseguir lo que se nos antoja más rebajado es lo que nos causa un mayor  placer. Me he preguntado muchas veces si ir de compras sería en cierta forma como ir de caza.

Todos sabemos que nuestros antepasados más lejanos sobrevivían a base de cazar y recolectar alimentos, luego se hicieron agricultores y ganaderos, convirtiéndose la caza en un medio de subsistencia secundario y finalmente en una actividad lúdica.

Actualmente una minoría de las personas practican la caza y muchas menos lo hace con el fin de alimentarse, pero en cambio casi todos vamos a comprar los alimentos (por lo menos en nuestro entorno socioeconómico), convirtiendo a esa práctica en lo más parecido a ir cacería.

Pero claro, resulta que ir a comprar de normal no conlleva precisamente muchas peripecias, como no sea la de no encontrar lo que se busca o la de no poder adquirirlo porque esté demasiado caro para nuestro bolsillo.

Ante este panorama tan falto de emociones incluso la posibilidad de regatear durante la compra puede convertirse para algunos en una actividad emocionante (aparte de por ser más barato seguramente ese sea uno de los motivos por los cuales gusten tanto los mercadillos).

El inicio de las grandes temporadas de rebajas equivaldría a cuando se levanta la veda y comienza la temporada de caza. Muchos prefieren capturar unos pantalones muy baratos que matar un animal silvestre, porque les da pena hacerlo o porque consideran que la caza es innecesaria.

Pero cuando vayan a las rebajas y compren innecesariamente deberían ser conscientes de que están cazando y aunque directamente no maten a un animal contribuyen a destruir la Naturaleza, porque fabricar lo que compran tan barato requiere materias primas. El instinto cazador es algo inherente al der humano y da la cara de muchas formas.

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