Ketèlbey estará contento en su tumba. No se sabe evidentemente –el otro mundo y la otra vida se nos resiste a todos, salvo a los protagonistas de Cuarto Milenio- pero es imaginable. Ketèlbey compuso varias partituras orientalistas inspiradas en el Imperio Británico, cuando Inglaterra se abría al mundo y el mundo se arrodillaba o guerreaba a favor o en contra de un Reino más Unido y más extenso que ahora. Su música más conocida es En un Mercado Persa.
¿A qué viene este comentario culturalista de primero de composición y de ciencias políticas, al unísono? A la conformación de los gobiernos locales. En Granada, un antiguo senador socialista desde 2004 a 2011 es alcalde de Granada, en las filas de Ciudadanos, con los votos de Vox y del Partido Popular. ¿Quién da más? En la Ciudad Autónoma de Melilla – a lo que con más voluntarismo que realidad política aspira la lista más votada de La Línea, no se sabe si para igualarse a Ceuta y Melilla o a Gibraltar, se ha producido otra escena de mercado persa. A los gritos de “traidor”, el único diputado de Ciudadanos, con los votos de PSOE y de Coalición por Melilla ha logrado la presidencia de la Ciudad Autónoma. El anterior presidente, el popular Juan José Imbroda, que pertenece al ayuntamiento melillense desde 1979 y, a pesar de los casos de corrupción, pretendía continuar con la regeneración de nunca acabar. Su última perorata fue contra un pacto “antinatura” porque Coalición por Melilla integraba en en sus representantes a mucho voto musulmán. Tachó a la coalición de naturaleza religiosa y étnica. Todo un hombre moderado y ejemplo de saber perder. El ceutí Vivas – con la colaboración socialista, que no ha presentado candidato para que Juan Jesús Vivas no dependiera de Vox- ha dado una lección al no querer provocar –al contrario de Imbroda- a la numerosa población musulmana.
Hay alguien que no ha pisado el mercado persa. El ex primer ministro francés Manuel Valls ha dado una lección de honradez política al votar a Ada Colau sin una pizca de trueque. A cambio de insultos ha impedido que Barcelona la gobernara un independentista, Ernest Maragall, que entró en el ayuntamiento de Barcelona con el franquista Porcioles, y que ha pasado por todos los partidos posibles y ahora -es la moda- es republicano e independentista, pero no alcalde. Valls se lo ha impedido.
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