Educar para el futuro

No digamos que ya no están

Debemos poner medios para que la algarabía de nuestros niños y niñas continúe

Publicado: 24/05/2019 ·
12:37
· Actualizado: 24/05/2019 · 12:38
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Esta semana me siento un poco más feliz porque después de haber oído decir que los gorriones estaban desapareciendo, hace un par de días al atardecer, me llevé la grata sorpresa de contar más de medio centenar de esos pequeños y bullosos pájaros que revoloteaban para recogerse en un gran arbusto que hay en un  rincón de mi jardín.

Allí aún había muchos gorriones, y entonces pensé que a menudo perdemos la esperanza de que mejoren esas cosas que constantemente nos están diciendo que ya no tienen remedio. Pero esas cosas sí lo tienen, de hecho suelen pintarlas mucho peor de lo que están, lo malo es que ya las demos por perdidas.

En estos últimos días de la primavera, cuando las tardes se van alargando de una forma casi mágica, no solo he visto a esos gorriones que según decían estaban desapareciendo, sino que también he podido ver a montones de niños y niñas en las plazoletas y parques, jugando junto a sus mamas y papas.

También me dijo alguien que ya no se veían quedando niños y niñas jugando fuera de sus casas porque todos estaban delante de la tele y de los videojuegos. A lo mejor es que de tanto repetirlo nos lo estábamos creyendo y había padres y madres que les decían a sus hijos que para que ir a unos parques y plazoletas donde ya no habría otros niños.

Y me pregunto: ¿Qué tiene de importante que los niños jueguen fuera de sus casas? La respuesta es tan simple como la pregunta: Porque el juego es formativo y practicarlo fuera de casa es una forma de socializar adquirir independencia y por tanto de madurar. No creo que nadie se pregunte porque en el cole los niños y niñas deben disfrutar de los recreos, pues igual.

Cuando salimos a pasear con ellos o juegan en la calle, en el parque o en el jardín de la urbanización, la diferencia con hacerlo en casa es absoluta, porque a edades tempranas la experiencia se adquiere jugando con otros niños y además es algo que por mucho que quieran no lo podrán hacer cuando sean mayores.

Y si estamos trabajando saquemos tiempo para vigilarles y estar pendientes mientras juegan, porque ese tiempo que nos puede parecer perdido es uno de los mejor empleados para su educación.

Ya hay muchos niños y niñas disfrutando de estas tardes de fines de la primavera, que se alargan anunciando las vacaciones de verano y los días de playa.

No podemos resignarnos a que nuestros niños y niñas se queden encerrados en las casas. Pero aún no ha sucedido, a pesar de que quienes se empeñan en decir lo contrario se conforman con lo de que los tiempos cambian.

Los gorriones siguen en mi jardín porque nadie les molesta, ni siquiera mis dos gatos, que parecen sentirse tan felices como yo de poder disfrutar de su algarabía. Debemos poner medios para que la algarabía de nuestros niños y niñas continúe. No digamos que ya no están.

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