Atando Cabos

Arcos y triunfos

Busquemos candidaturas con buenos programas de gobierno. Que no suene todo a lo mismo y la política local no vuelva a quedar como el vagón de tercera

Publicado: 14/05/2019 ·
22:49
· Actualizado: 14/05/2019 · 22:49
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Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente jubilada, integrante del Aula Atenea del Ateneo de Jerez y de varios clubes de lectura

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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Estamos en tiempo de erigir arcos de triunfo. Este invento tan antiguo que tanto pusieron en práctica los romanos sigue vigente. En ellos, como también en grandes columnas y frisos, se contaban los hechos que los habían llevado a la gloria y a ganarse el derecho a perpetuarse. Ahora lo que se mandan hacer los alcaldes se llama publirreportajes, pero tienen la misma funcionalidad. Quieren difundir los éxitos de su mandato. Usan un formato más efímero porque también su fama será más fugaz. Pocos regidores pasan a la memoria colectiva por sus acciones en este país. Claro que sus legislaturas tienen poco de memorables. Hasta estos resúmenes de sus logros suenan a cartón piedra. A decorados de los años dorados de Hollywood, donde todo se rodaba en los estudios. Porque en realidad sentimos que en muchos casos los cuatro años pasan sin que se note que haya estado gobernando nadie. Hasta en la oposición hay inoperancia, en vez de participar cuando tienen opción porque se necesita su apoyo, prefieren quedarse fuera señalando. Claro que la única alternativa que conocemos hasta ahora es que el gobernante local termine en la cárcel. Sigue vigente la fábula de Esopo de las ranas y el rey.

Las ranas querían un rey que acabara con la anarquía en la que vivían y Zeus les envió un viejo rey leño. Al principio les asustó porque cayó con gran estrepito, pero luego le perdieron el respeto y se subían encima de este soberano tan inerte. Volvieron a rogar por otro gobernante, pero que fuera más activo. Les envío una serpiente y las devoró a todas.

Estos dos modelos son los imperantes para nuestra desgracia. No tiene por qué ser una utopía que haya regidores eficientes. No es cuestión de fondos sino de eficacia. Es posible gobernar una ciudad para beneficio de sus ciudadanos. Con acciones evidentes que no necesiten recordarse porque todos y todas las tengan presente. No nos merecemos tanta incompetencia. La clase política debe vivir de sus méritos y no parapetándose en las siglas de su partido. Claro que con tanto político de oficio resulta difícil. Resultan un doble lastre porque no colaboran en el buen gobierno, sino que se disputan continuamente con sus correligionarios las parcelas de poder.

Hemos comprobado que hay buenas y hasta magníficas excepciones actualmente. Tengámoslas en cuenta para no votar con resignación. Busquemos candidaturas con buenos programas de gobierno. Que no suene todo a lo mismo y la política local no vuelva a quedar como el vagón de tercera.

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