Después del buen sabor de boca que me dejó la novela “Las mujer invisible”, de Felipe Alcaraz, he cogido con ganas el nuevo título que ha visto la luz: “Los último días de la izquierda”, máxime en estos días pos-electorales y pre-electorales en los que navegamos.
Escrito en forma de memorias, no se dirige contra la izquierda, sino contra su desaparición. Más que una despedida es una voz de alarma que trae causa de hechos reales, ya que en toda Europa coinciden un auge de la extrema derecha y el debilitamiento, y aun la desaparición, de la izquierda transformadora.
El relato del problema se hace desde dentro de la izquierda, y se hace descarnadamente, sin trampas autojustificativas ni falsas autocríticas; y se hace en el marco de un país que, a partir del 15M del año 2011, parecía marcar una excepción con respecto al resto de Europa.
Las situaciones son simuladas, pero el debate es real, como reales son los personajes y los nombres con los que aparecen, cruzándose en el texto protagonistas como Julio Anguita, Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Enrique Santiago, Pilar del Río, Julia Hidalgo, Rafael Mayoral, Concha Caballero, Juan Carlos Rodríguez, Antonio Maíllo, Teresa Rodríguez, Juan Pinilla, Joaquín Recio, Pepa Medrano y Lucía Sócam.
La voz narrativa y el punto de vista son los del autor, de un autor que no permanece al margen, sino que está involucrado en la trama, y no precisamente como héroe positivo, sino como parte de la “culpa” histórica del derrumbe narrado y de sus causas.
"El capitalismo se ha recompuesto -dice uno de los personajes-, aumentando la explotación, sobre los términos de una supuesta crisis. Y esto lo ha podido hacer por un enorme vacío. No existe ya la política. Y ni siquiera el simulacro actual es capaz de mantener las cosas. Se desploma la carpintería del escenario. Los partidos están hechos fosfatina. No han sabido resistir el empuje neoliberal. Los socialdemócratas son cómplices de los recortes. Los comunistas se han visto conducidos a la antesala de la nada. Los sindicatos han perdido todo prestigio, entregando paz social a cambio de una dinámica imparable de derrotas basadas en el mal menor... La “desustanciación” de la política viene sucediendo desde los primeros hechos de la llamada transición”.
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