El brusco volantazo al centro decidido de urgencia por el presidente del PP nacional, Pablo Casado, tras la debacle electoral del pasado domingo puede traer bajo el brazo un efecto colateral no previsto: la estabilidad en el Gobierno de la Junta de Andalucía. Y es que este viraje se ha hecho además con una profusa artillería verbal contra Vox y muy personalmente su presidente, Santiago Abascal, lo que ha propiciado que la formación ultraconservadora (“de extrema derecha”, como la define ahora el propio Casado) haya empezado a tocar los tambores de guerra en Andalucía.
No podía imaginar el vicepresidente andaluz, Juan Marín (Cs), cuando abogaba el lunes por “encapsular” los resultados electorales en su contexto y blindar al Ejecutivo andaluz que el primero en no hacerlo iba a ser su propio socio, un PP que en cuatro días ha pasado de ofrecer un puesto en el Gobierno central a Vox a atacar con crudeza a esta formación... con la que tiene suscrito un pacto que sostiene a Juanma Moreno (PP) como presidente de la Junta.
Si el baile lo abría Casado, el primero en salir a la pista por parte de Vox era el presidente de su grupo en el Parlamento andaluz, Francisco Serrano, que en Twitter (la vía que suele utilizar esta formación para lanzar sus mensajes) apuntaba a la línea de flotación del pacto PP-Cs amenazando con bloquear el Presupuesto. El PP, señalaba, “corre el riesgo de que no haya ni siquiera posibilidad de iniciar contactos” para la negociación de las cuentas andaluzas tras la “patada a la silla” que, a su juicio, ha dado el presidente popular.
Negociación
“Si hay que sentarse para negociar presupuestos, no es correcto pegarle una patada a la silla e insultar al que se tiene que sentar contigo para aprobarlos”, señalaba Serrano. Y es que el apoyo de Vox no sólo convirtió en presidente a Juanma Moreno, sino que es fundamental para cualquier iniciativa que quieran sacar adelante PP y Cs, empezando por el Presupuesto autonómico.
En la misma línea se expresaba el parlamentario de Vox Rodrigo Alonso, que también en Twitter advertía de que “ni es bueno insultarnos ni es bueno que no se lleven a cumplimiento los acuerdos de investidura que Vox puso encima de la mesa del PP para facilitar la llave de gobierno a Juanma Moreno”.
Tanto la crítica por los incumplimientos como la amenaza al Presupuesto (en estos momentos la Junta funciona con las cuentas prorrogadas de 2018) no son nuevos, pero sí lo es el contexto en el que se producen. Y es que los puentes que había entre ambas formaciones han empezado a romperse en Madrid, amenazando con dejar tocado un pacto al que puede abrírsele una importante vía de agua.
La situación que ahora se abre no la desaprovechaba la secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, que le reprochaba a Pablo Casado que, si “de verdad cree” que Vox es un partido de extrema derecha, “mucho está tardando en romper con ellos en Andalucía”. “¿Cómo se va a creer la gente en España que diga que es un partido de ultraderecha, si es el que tiene la sartén por el mango y el que sostiene al Gobierno de Andalucía?”, se preguntaba.