Es la manera democrática de formar la voluntad general. Votar es algo que va contra los fundamentalistas, los dogmáticos y doctrinarios. Votar es decidir. Pero deciden muchos, no uno por los demás. La política se ocupa de la organización de la sociedad para dirimir lo que es habitual en cualquier comunidad de hombres y mujeres, las discrepancias y los puntos de vista diferentes. ¿Qué forma mejor hay de ver cuál es la opinión de la gente que preguntarle? La opinión del pueblo – que son millones de personas - se manifiesta sin embargo de forma individual. El voto por eso es personal y secreto. Libre de presiones y de colectivos. El voto es uno y debe valer lo mismo el de cada cual, se llama voto igual.
La organización de la sociedad por afinidades lleva a la creación de partidos o asociaciones que deben tener una organización interna democrática para que la oferta que presentan a los electores sea una oferta democrática. Ni vale una sociedad de partido único, porque eso es totalitarismo, ni una sociedad de partidos sin democracia interna, porque devalúan al sistema democrático. Sin ello, no hay un Estado democrático de partidos en un país. El parlamento es la reunión de los elegidos, primero por los partidos y después por los ciudadanos. Los electores – lo dijo Manuel García-Pelayo- eligen entre los partidos y no entre las personas, aunque nadie puede dudar del peso de las personas en la decisión de los ciudadanos.
Hoy termina la campaña electoral y el domingo la sociedad española debe decidir por el modelo de España que prefiere. Cada grupo político representa una opción diferente en política económica, fiscal, social, educativa, en materia de libertades públicas y privadas y casi en modelo de sociedad.
El dilema que se presenta a los electores es la España incardinada en Europa y orgullosa de sus avances sociales, económicos, culturales y educativos, habidos en los últimos años de democracia, que han representado nuestra homologación con los países más desarrollados del mundo o la marcha atrás. La última crisis económica ha roto los equilibrios sociales construidos en los años anteriores. La desigualdad y la precariedad laboral y de vivienda se han adueñado del país. Una solución socialdemócrata es la que garantiza el reajuste social que exige esa situación de insatisfacción y de injusticia social. Ese es el reto y sólo el voto lo puede arreglar.
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