El picudo rojo es una plaga procedente del sudeste asiático. En el 2008 tuve ocasión de realizar el primer diagnóstico de la provincia, proveniente de Andújar. Desde entonces este escarabajo ha ido incrementando su presencia en multitud de localidades y parajes de Jaén, y en la capital se extiende sin freno ni control. Se da la circunstancia que fuera de su área de distribución original, se siente especialmente atraído por la palmera canaria, nuestra palmera.
Cada vez que una se seca se liberan cientos de adultos con gran capacidad de vuelo que rastrean la atmósfera en busca de las sustancias volátiles que delaten la presencia de otra palmera. Dada la reacción de las administraciones y los particulares afectados, creo que en pocos años dejará de haber palmeras canarias en Jaén, y después seguirán las datileras, pese a que hay toda una estrategia de lucha contra el picudo rojo, que funciona…si se actúa con la anticipación suficiente.
¿Por qué se ha extendido tanto esta plaga, si se estaba sobre aviso y hay forma de controlarla? Seguramente las cuestiones de fondo de la respuesta serían aplicables a otros problemas que se desarrollan, aun cuando se les ve venir.
Las características relativas a los organismos vivos o a la propia sociedad son las de los sistemas complejos, que tienen todos los componentes conectados por relaciones que varían con el tiempo. Esto quiere decir que las soluciones que se retrasan producen efectos sorprendentes. Si en un año se secó una palmera, al siguiente año no se seca otra, sino un número mucho mayor, y así sucesivamente. También es necesaria una certera visión de conjunto: lo acontecido a un elemento concreto del sistema repercute en todo el conjunto a niveles insospechados.
Retrasar una decisión es comprometer el futuro. Cuando apareció el primer caso en Andújar tuve ocasión de tratar el asunto con los responsables municipales de ese momento, y si se hubiesen llevado a cabo las medidas oportunas (cada cual las correspondientes) no habríamos llegado a la situación actual. Acometer la lucha contra esta plaga en la actualidad costará mucho más esfuerzo y dinero, con resultados inciertos.
El picudo rojo está proporcionando una valiosa lección: gobernar una sociedad, independientemente del tamaño de la misma, requiere decisiones en el momento justo, bajo la mayor capacitación y en beneficio general, según dicta el conocimiento, dejando a un lado todo objetivo que no sea el bien común.
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