Cada verano, los aficionados al fútbol esperan, con los ojos brillantes, que el amado equipo ejecute relumbrantes fichajes. En esas contrataciones se juega el club el número de socios y, a la postre, el balance de resultados de la tabla de Excel llamada Liga de fútbol. Un tema, menor como todo espectáculo, que resulta muy serio.
Algo serio como la política española se ha vuelto divertidísima de seguir. Surge un tropel de fichajes con trompeteo propio de galácticos. En este caso, delanteros de los derechos, rocosos defensas de la virtud patria, finos volantes de la economía. No acaba semana sin un brinco en forma de titular. El poeta Aquilino Duque ha provocado el último, al integrarse con armas y forrajes (ejem) en los nuevos ultras, viviendo sin duda una nueva primavera.
No es el único fichaje estelar. Pepu Hernández, otro de admirar como seleccionador campeón del mundo en basket, se ha lanzado; de momento con más aguante que la campeona del mundo de atletismo, Ruth Beitia, que a la semana de sonreír como candidata renunció espantada.
Varios generales han saltado a escena con la seguridad propia de quienes creen tener una idea muy sólida de lo que necesita España, no en vano en las capitanías y fincas de caza se palpa con fineza la realidad nacional. Valientes resultan los toreros, otra cuadrilla que ha sido fichada por un partido –siempre confundo a Casado con Rivera- para aportar sus mejores saberes a la tarea legislativa. Y no se lancen a hacer chistes, amados lectores, porque no sé el motivo por el cual un torero no puede legislar, si lo han hecho Zaplana, Rufián o Celia Villalobos. Hasta Suárez Illana lo hará, pero él es que lo une todo: novillero y ultra.
El baile está concurrido. Periodistas de pelaje conservador se suman a las listas electorales, un mando en la Coca Cola... Menos ‘charme’ parece tener la izquierda dura, tan desmenuzada que a este paso cada partido cabrá en un taxi (o cabify). Sólo quedan en sus listas puestos de segura elección para los leales del aparato, nada de fichajes, que después salen Carmenos.
¿Y Sevillaland para las municipales? Oh, gran aburrimiento. Seriedad, gente con perfil de solvencia, de seguridad, de mesa redonda. Gente que estará en la puerta de La Hiniesta con un terno oscuro, o en la Feria (con el mismo traje más un clavel). Nuestra ciudad no es de fichajes estelares. La tendencia natural es maniobrar a la fresca sombra del tendido, de la caseta o de la pérgola del club ribereño. Al sol se ponen curritos, turistas, y los candidatos.
