Se puede caer en gracia o ser gracioso. Se puede ser humorista o ser payaso, profesión esta última muy digna que creo que cumple, además, con una excelente labor social cuando se trata de hacer reír a los niños. Pero si usted ocupa un puesto de responsabilidad política o social -y mucho más si es presidente de un país- debe tener cuidado en sus declaraciones o acciones públicas porque puede caer en convertirse en un payaso de la forma más peyorativa que existe.
Creo que esto es lo que le está pasando al presidente de Méjico, Manuel López Obrador, que para paliar los problemas que tiene un su país, no ha tenido otra ocurrencia que exigirles, por escrito, a Su Majestad el Rey y al Papa Francisco que se disculpen por los abusos de España en la conquista de México. Obrador -evito el López que suena mucho más a castellano que a mejicano- no sólo hace un alarde de desconocer la historia sino que pretende tapar los desmanes que se comenten en su país -que tiene una de las tasas más altas del mundo en violencia de cualquier tipo- con este globo sonda que ha provocado la risa internacional.
Por si Obrador no lo sabe, Hernán Cortés fue más que un conquistador un libertador de las tribus que estaban sometidas a los aztecas. Con toda probabilidad no utilizó métodos acordes a los derechos humanos tal como hoy los entendemos, pero eran los que existían en la época, teniendo en cuenta también que el pueblo azteca era uno de los pueblos más salvajes y crueles de la historia del continente americano. Con sólo investigar un poco en la historia, se puede descubrir -o al menos dilucidar- que eran antropófagos, que ofrecían sacrificios humanos regularmente a sus dioses. ¿De dónde sacaban a las personas que sacrificaban? Pues de las tribus que tenían sometidas bajo su poder. Por este motivo, la llegada de Cortés hizo que todas estas tribus se unieran al conquistador para derrocar a aquellos que les tenían sometidos. El “hombre blanco” recién llegado trajo la liberación de aquellos indios.
Obrador olvida que él mismo es descendiente de Cortés. Y olvida también que en términos de derechos humanos, los conquistadores españoles fueron muchísimo mejores que muchos pueblos precolombinos, entre ellos los ya mencionados aztecas, que poblaban el actual territorio de México antes de la llegada de los españoles. Sólo un apunte: sacrificaban a los ídolos paganos más de 20.000 personas al año.
Por eso, para payaso de Méjico, yo sigo prefiriendo a Cantinflas.
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