Reconozco mi debilidad por la obra del escritor Vicente Marco. Me quedé enganchada con su novela “Ópera magna” que fue premio Jaén de Novela, y de ahí pasé a sus relatos encadenados de “El desorden de los números cardinales”, que me gustó tanto que me lo llevé debajo del brazo a mi club de lectura para ejercer esa buena costumbre que debemos practicar los lectores, que es la recomendación de los buenos libros a los demás.
Pues bien, acaba de publicar Vicente una nueva novela con un título fascinante: “La mujer geométrica”. No imaginan ustedes lo difícil que es encontrar un título perfecto para una obra.
En “La mujer geométrica” Marco nos cuenta la historia de Sara, una mujer de mediana edad, que descubre en el móvil de su hijo un mensaje que la aturde. De su lectura se desprende que Mario, de tan solo diecisiete años, mantiene una relación sentimental (¿o únicamente sexual?) con una mujer mucho mayor que él. Ese descubrimiento hace que Sara, contra la opinión de Humberto, su marido, intente contactar con esa desconocida para disuadirla de continuar con Mario. Lo que Sara ignora es que sus pesquisas la sumergirán en una inquietante espiral que hará saltar por los aires las convenciones de una vida marcada por la rutina y la ausencia de alicientes, para adentrarla en un sendero tan excitante como turbio... y peligroso.
Yo recomendaría que a las novelas de Vicente Marco se les añadiera un aviso en la contraportada que dijera algo así como: “Cuidado, este libro puede modificar la percepción de lo que le rodea”. Porque cuando abra las páginas de esta novela, se le instalará en el estómago una perturbadora sensación de que está caminando por el borde de un precipicio. Y es que tiene la obra de Vicente Marco la inquietante habilidad de convertirse en un virus que hace contagiar la angustia sutilmente sofocada de los personajes, a los lectores.
Puede que sea al roce de las páginas o a la mirada curiosa a la pantalla del eBook… vaya usted a saber.
O simplemente es la magia de los autores que saben manejar las herramientas y recursos magistralmente para conseguir que la literatura, sea Literatura con mayúsculas.
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