Editorial Sevilla

El decenio de Altadis

El Ayuntamiento no podía premiar el cierre de la fábrica de tabacos más antigua del mundo con una recalificación a la carta para Altadis

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Durante la reciente jornada sobre el futuro de Altadis, la directora de Asuntos Corporativos de la multinacional tabaquera afirmó que “la ciudad ha desperdiciado más de 10 años con unos terrenos que aportarían mucha riqueza”. Aserto cuestionable. Hay que recordar el desmantelamiento industrial que sufrió Sevilla. Empresas como Uralita, Landis, Bordas y otras cerraban sus factorías, trasladaban la producción o liquidaban la plantilla y  daban pelotazos multimillonarios con la recalificación de sus suelos para la construcción de viviendas de elevado precio aprovechando, e inflando a la vez, la burbuja inmobiliaria. Por eso, cuando Altadis intentó imitar la jugada, el gobierno local de la época le paró los pies y calificó como suelo industrial singular su fábrica en Los Remedios.

Cerrar la factoría tabaquera más antigua del mundo no podía implicar el premio de una recalificación a la carta de sus intereses. La multinacional tampoco cumplió ninguna de sus promesas de compensación a la ciudad por aquel cerrojazo y tras el despido de los últimos trabajadores sólo aspiraba a dar el pase a los suelos, con la máxima edificabilidad posible, como demostró con el convenio al que se prestó Zoido. Este decenio de enfriamiento ha servido al menos para que el IAPH dictamine que hay que proteger el 87% de la fábrica. Altadis piensa que es un desperdicio, pero es un beneficio para Sevilla y su patrimonio.

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