¿Quién o quienes pagan? ¿Y cómo lo hacen? Esa es la pregunta que me hago cada vez que me topo en algunos de los rincones del término municipal barreño con el cartel, a lo grande, y nada modesto, del candidato de “Los Barrios 100x100” a la alcaldía de esta localidad. Y cada vez también que veo tirados por las puertas de las casas en todas las calles de la Villa, o casi todas, ejemplares de los boletines periódicos que, sin escatimar en gastos en cuanto a impresión, calidad del papel utilizado y logística para su reparto, publica y difunde, para darse autobombo de cara a las elecciones municipales del próximo mes de mayo, esta nueva asociación de personajes sin ideología, comandada por Romero.
Sí, quién o quienes financian esta campaña es la pregunta que me hago a menudo. O, mejor dicho, esta precampaña de la precampaña de la precampaña para los comicios locales de dentro de tres meses. Y no es una pregunta retórica, ni muchísimo menos, aunque lo pudiera parecer. Porque, si partidos con implantación en todo el territorio nacional, años de historia tras de sí, cuotas de poder en su haber, tanto a nivel estatal como autonómico y provincial, y cientos de miles de militantes en sus filas tienen dificultades económicas para afrontar los elevados costes económicos que supone competir en una carrera electoral, sea la que sea, ¿cómo es posible que una organización política casi de chichimona –como diría un gracioso y ocurrente amigo mío– disponga de recursos para empezar el derroche un año antes de la cita con las urnas? A mí que me lo expliquen. Las mensualidades de los afiliados, por muy altas que sean, no dan para tanto.
Y, por cierto, es la primera vez, bueno, la segunda, en la historia reciente de Los Barrios, que doce meses antes de unas elecciones locales la imagen de un candidato se promociona, como si se estuviera promocionando un modelo de traje de la marca Emidio Tucci, o una eau de parfum for men de la marca Calvin Klein, en grandes paneles distribuidos en diferentes puntos estratégicos y concurridos, como los accesos al centro urbano y demás núcleos de población, con el pastón que eso cuesta. Recuerdo que no es la primera sino la segunda porque con el señor Romero como aspirante a la alcaldía en 2015 ya lo vimos. Pero, desde luego, es algo que yo, en los cincuenta y tantos años que tengo, no he visto en la historia reciente de nuestra democracia en ningún otro municipio de nuestro entorno.
Ni en San Roque, ni en Algeciras, ni en La Línea, ni en Tarifa, ni en ningún otro pueblo de la provincia de Cádiz, y probablemente tampoco en ningún otro pueblo de Andalucía, se encuentra uno carteles de formaciones políticas anunciando a sus alcaldables con tan exagerada antelación. No sostengo yo que tal práctica sea ilegal, pero sí que retrata a quienes la practican, porque pone de manifiesto muy a las claras cuál o cuáles son sus prioridades.
Sí, insisto. No puedo evitar preguntarme quién o quiénes ponen los billetes. ¿A través de qué clase de acuerdos, tratos o cambalaches todos los intervinientes e implicados en dicha campaña cumplen con sus expectativas y satisfacen sus débitos? En el caso, por ejemplo, de las llamadas asambleas vecinales –esa iniciativa anual que Romero y compañía han tratado de vender a la opinión pública como una demostración de transparencia cuando no ha sido más que un burdo ejercicio de propaganda sectaria y partidista– ya se sabe quiénes hemos sido los paganinis, pero en este que nos ocupa –¿qué quieren que les diga?– tengo mis dudas, mis muy serias dudas al respecto…
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es
