Ese era el titular de portada de Facebook de mi amigo Enrique Montiel, abogado y escritor, el pasado martes y en plena resaca tras un domingo de rojigualdas al aire contaminado de Madrid. No me provocó ningún sentimiento encontrado, tan sólo me hizo reflexionar y apreciar que hay posturas que van más allá de no querer entenderse, que ni siquiera nos escuchamos y, por tanto, el entendimiento es imposible.
Amistad intacta, por supuesto. Pero, a nivel general, se aprecia que cada uno viene con un argumento, un pensamiento y sin intención de escuchar nada de nadie. La confrontación de hoy día no es cuestión de banderas, ni de traidores patrios. Ni siquiera es, para los que nos ponemos enfrente de manifestaciones como la del otro día, por cuestiones simbólicas.
Ese es, a mi modo de entender, el gran error que está conduciendo a una grave crispación. La ruptura de España no viene por los deseos de una gran parte de catalanes o el parche socialista del mediador descafeinado. La ruptura viene por la imposición de un modelo económico y social, y el trato vejatorio a determinados pueblos, como el andaluz.
La ruptura de España vendrá porque detrás de la bandera hay unos intereses excesivamente claros; un centralismo económico con capital en Madrid que beneficia con bajadas de impuestos la instalación de tejido empresarial; direcciones de partidos que trabajan de cara a esos intereses económicos que apuestan por dar, entre otros servicios, los que ofrecen las instituciones públicas (sanidad, educación); una distribución nefasta de la riqueza que se genera; la escasa inversión en infraestructuras como puede ser la relativa a ferrocarriles en Almería, Granada, Huelva, Córdoba, Jaén y, la tan necesaria, Algeciras – Bobadilla; la corrupción de los grandes partidos y su financiación para campañas electorales, mayores desigualdades sociales, etc.
Todo eso se esconde tras una bandera y un himno vacío. Todo eso se esconde tras unos líderes de la derecha y unas políticas desfavorables y muy perjudiciales para el Estado del Bienestar. Mientras tanto, la unidad de España y la “traición” del Okupa (la ley y la constitución cuando interesan) han sido los motivos de una manifestación, convocada justamente cuando los titulares en prensa señalaban nuevamente la corrupción del PP.
Y sin embargo, nos faltó en la manifestación Susana Díaz, máximo exponente de la política del recorte en servicios públicos y sociales, máxima representante de la traición a Andalucía y, por tanto del Estado de las Autonomías, y principal enemiga de Sánchez, demostrado con hechos: el “gestorazo” e investidura de M. Rajoy, de las políticas y estrategias neoliberales.
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