La esencia de las ciudades está en sus cascos históricos. Fundamentalmente son la historia viva, la confluencia de tradiciones, del patrimonio histórico, cultural, inmaterial y paisajístico. Se miman, se cuidan, se rehabilitan y se convierten en motor dinamizador y atractivo turístico. Es el espejo donde miran los turistas para ver el reflejo de cómo son los políticos que han de velar por él. Lo que pasa en la ciudad de Jaén, por más que escribimos, es que seguimos estancados en lo mismo. O peor, porque hablamos de un derrumbe, de otro, de otro más, de socavones, de pavimentos impropios, de abandono, de infravivienda, y un largo etcétera.
La inoperancia política, histórica y arrastrada, nos mete en esto. Ni se atisba voluntad, a tenor de las declaraciones de quienes se dedican a la política, culpándose y echando balones fuera. El embrollo es tal que su huída hacia adelante es mera excusa, cayendo en la indignidad de acusar ya prácticamente al pueblo de todo mal. Claro que la ciudadanía debe colaborar, mantener sus propiedades y respetar el entorno. Pero aquí las autoridades miran hacia otro lado, solares más que abandonados (en otras ciudades hay convenios de jardines provisionales, se hace cumplir la ley, etc), ningún plan de embellecimiento, ni políticas de revitalización. Pasan tantas cosas que resulta imposible narrar en unas líneas. El Ayuntamiento no elabora su Plan Municipal de Vivienda y frena posibles inversiones de la Junta y del Estado, o la Junta desarrolló una Ley que dejó en papeles y sin real ejecución; el Pepri sigue en el limbo como otra de las grandes mentiras, de la misma manera que es inconcebible que el Ayuntamiento no delimite el Área de Rehabilitación Concertada y frene la actuación aprobada, hace muchos meses, en el Parlamento de Andalucía. Así todo, y al final, pueden estar tirando pelotas contra las paredes para ver cómo rebotan y golpean a los vecinos, que son los que siempre pierden. Los servicios públicos, prestados por multinacionales, incumplen muchos parámetros y la autoridad municipal lo consiente. Y todos un poco nos cargamos el corazón de Jaén, incluida la Universidad, que en 25 años de vida ha dado la espalda a este enclave al que le podía meter 2.000 universitarios y contribuir a darle vida. Y siguen sacando equipamientos, vaciando de gente, no hay un modelo de ciudad. Por eso, sólo queda recordar a nuestros responsables políticos que piensen que los que nos visitan ven, en el estado del casco histórico, el reflejo de la inacción perpetua de nuestros dirigentes que ahí proyectan su verdadera imagen. Se vota para que solucionen, no para que peleen. Dejen de darse patadas a costa del trasero de los sufridos jiennenses.
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