Que el Psoe andaluz ha jugado siempre un papel trascendental en el devenir de los socialistas españoles constituye un principio generalmente aceptado. Y que mantiene, en particular, una posición meridianamente clara y beligerante contra los separatistas catalanes, es de sobra conocido por todos. Tanto es así que se puede considerar este asunto como el principal foco de fricción con la dirección federal hasta el punto de calcinarse en ese fuego su secretaria general, Susana Díaz, quien encabezó, desde un primer momento, la estrategia para descabalgar a Pedro Sánchez al frente del partido. Casi lo consiguen, pero, al final, quien ha quedado en la cuneta es la propia Díaz a modo de juguete usado por otros y, también, por supuesto, por culpa de sus propias aspiraciones y errores. Mientras tanto, diferentes colegas, presidentes autonómicos que veían peligrar sus estatus por los coqueteos del Jefe de Gobierno con los secesionistas, no se atrevían a hacer frente, abiertamente, a tanto desvarío, así como las viejas glorias del partido. Todos ellos se escandalizaban por lo que ocurría, pero eran poco dados a más batallas. Al final, por unas u otras razones, fue Díaz la que asumió ese difícil papel y ahí están las consecuencias : desalojada de la presidencia de la Junta y un notable desgaste personal que le va a costar muchísimo trabajo recuperar.
Así las cosas, asegurar a estas alturas que el Psoe andaluz ha permanecido en silencio con respecto al último episodio protagonizado por Carmen Calvo diciendo lo que, en verdad, se estaba cocinando en la Moncloa con Torra y el posterior escándalo, es obviar la larga trayectoria que tiene dicha organización andaluza en su lucha contra la intención de unos pocos de consagrar sus privilegios territoriales. No ha habido nunca tal pasividad sino todo lo contrario, combatividad al máximo contra los nacionalismos egoístas, tanta que ha pagado un altísimo precio en forma de pérdida de poder y descrédito. Su protagonismo ha sido tal que si habla, está, una vez más, encabezando el levantamiento de los barones, siendo desleal con Sánchez, y si calla, es, poco menos, que una traición a España. De modo que ha llegado el momento de que sean otros los que ahora, también, empujen y salgan de sus respectivos ámbitos de confort. Que sean ellos los que, en primera línea, salven a España y al partido si así fuera necesario. Y con respecto al Psoe andaluz,debe recomponerse de sus propias heridas. Y, además, restablecer, de nuevo, los puentes derruidos en la pelea. Pero, desde luego, hay que dar por descontada su reacción respondiendo así a su obligación histórica de rebelarse contra las injusticias que otros nos quieren propinar por su torpeza o ambición.
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