Atando Cabos

Gomas de borrar

Este estrés de país que respira cotilleo y vive de las dobles contabilidades hace que cada día haya más devotos rezando por conseguir una buena goma de borrar

Publicado: 23/01/2019 ·
09:38
· Actualizado: 23/01/2019 · 09:38
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Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente jubilada, integrante del Aula Atenea del Ateneo de Jerez y de varios clubes de lectura

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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El lápiz de grafito se compraba junto a una goma y un sacapuntas. Pero la más atractiva era ella, cuadrada, rectangular, ovalada y deseada por su perfume. Superabas el aburrimiento de las clases apretando contra tu nariz la goma de nata. Sufrías viéndola deformarse borrando y te peleabas con cualquiera si después de prestarla te la devolvía rota. Tenía encanto hasta el final, cuando convertida en una bolita seguía oliendo. Entonces, en tu deseo de llevar su aroma dentro de ti la introducías en la nariz. La cosa solía acabar mal, porque no salía y llamaban a tu madre.Ésta, entre preocupada y muy enfadada, te llevaba dando tirones al ambulatorio. Allí, un señor o señora acostumbrados a estos menesteres agarraban una pinza y la extraían, quedándose en una bandejita con forma de riñón. Luego a la vuelta, entrabais en una papelería para comprar otra, el ciclo de la goma volvía a ponerse en marcha.

Borrar era una labor que predisponía al cuidado. Se suponía que no debía notarse que se había borrado para que no se delatase la existencia de un error. Pero si eran todas las cuentas las que estaban mal perdía su delicadeza, el enfado llevaba al uso de la fuerza. Entonces podía ocurrir el peor de los males, la rotura. Ese agujerito que se abría ya no podía solucionarse con nada.

Hoy en día el agujero delator es enorme, es todo un galáctico agujero negro. Porque ahora el arte de borrar es mucho más complejo. Nunca se sabe si se ha conseguido por completo. Hasta cuando borras un WhatsApp, aparece un leyenda diciendo que allí hubo un mensaje y que el autor lo quitó. Además, te deja siempre con la duda de si antes de que te decidieras a borrarlo alguien lo ha visto ya. Pero lo del WhatsApp viene a ser lo más insignificante. Qué hay de esos discos duros borrados seis o siete veces antes de ser torturados a martillazo limpio para que no se atrevan a desvelar a nadie sus secretos. ¿Y si antes de ser asesinados ya hubo quien los copió? La paranoia no termina nunca. Hay muchas personas por ahí acosadas por informaciones de las que no pueden saber si fueron definitivamente borradas o volverán como fantasmas del pasado para joderle el futuro. No se puede vivir tranquil@ sin tener seguridad del borrado absoluto.

Los teléfonos con grabadora están al alcance de todos. Te limitan la arrogancia de la broma de poner verde a tu jefe. Nunca sabes quién le llevará tus palabras al compañero o compañera con el que llevas veinte años aguantando el tipo porque no lo soportas. Este estrés en este país que respira cotilleo y vive de las dobles contabilidades hace que cada día haya más devotos rezando por conseguir una buena goma de borrar.

 

 

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