En una democracia parlamentaria, y la nuestra lo es, gobierna quien consigue la mayoría en el Parlamento. Es puro tacticismo de perdedores, defender que deba gobernar el partido más votado, este ardil es propio de quienes no aceptan el resultado electoral. Oír a Moreno Bonilla, lo que decía antes y hoy, es patético, puro teatro.
Un Gobierno formado mediante coaliciones post electorales, debería reflejar las sensibilidades del conjunto de la alianza ganadora, de la mayoría social lograda. Conocidos los pactos del tripartito que gobernará Andalucía, surgen enormes dudas. Son bastantes los puntos acordados que no reflejan ni por asomo la sensibilidad mayoritaria.
No cuestiono el derecho a la confección de un programa de gobierno, basado en la puesta en común de sus puntos de encuentro. Vemos unanimidad en los programas electorales de las tres formaciones en aspectos como: mejorar la eficiencia de la Administración autonómica, aplicar medidas liberalizadoras de la economía, o en la disminución de impuestos a los que más tienen.
El problema viene cuando el pacto de gobierno no se hace en base a las confluencias de los programas, sino a la suma de los objetivos individuales de cada uno. Así puede darse el caso y se da, de pretender imponer al conjunto de la sociedad la visión ultramontana de un partido con un exiguo 10% de los resultados, que en la práctica no llega al 6% del electorado. Unas acciones de Gobierno que no irradian las promesas de la pretendida mayoría lograda.
Me resisto a admitir el programa de gobierno de la coalición como reflejo de la sensibilidad mayoritaria, este pretendido viaje atrás en el tiempo, a esa España sin inmigración, ni feminismo, ni derechos LGTBI. Donde las peras no se mezclaban con las manzanas, la novia no podía ir a los toros en minifalda y los desahuciados salían sumisamente a vivir bajo el puente, mientras la corrupción era silenciada por los medios y negada en los juzgados.
Somos un pueblo de mestizaje y acogida, solidarios y permisivos, donde hemos dejado de ir a las corridas de toros, porque las vemos como un espectáculo brutal y anacrónico, tanto como a los que dicen a la novia que no se ponga minifalda. Una tierra que cuenta con los dedos de las manos a los herederos con más de un millón de euros, mientras que somos una legión los que diariamente hacemos virguerías para llegar a fin de mes. Aquí vivimos una Semana Santa en pleno esplendor, sobre todo hostelero, que no necesita más incentivos. Y que sepan que nuestras simpatías no están con los minoritarios señoritos y grandes fortunas, a los que no estamos dispuestos en defenderles fiscalmente, poniéndoles la pasta y los votos para que sigan viviendo a costa nuestra.
Por todo ello, les decimos a los del tripartito que si gobiernan con propuestas minoritarias alejadas de la mayoría, nos encontrarán de frente. En Andalucía hace mucho tiempo que ya no nos calla nadie.
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