Andalucía

Unos juran su cargo por España y otros "sin más lealtad que al pueblo"

Marta Bosquet se estrena en la Presidencia de la Mesa con tensiones por la fórmula de juramento de los cargos

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  • Maíllo protesta airadamente la decisión de la presidenta de la Cámara. -
  • Antonio Maíllo acusa a la presidenta de la Cámara de "blanquear a un grupo parlamentario que quiere derogar la Autonomía"

La solemnidad de un acto protocolario, que no por solemne deja de ser un acto político, como la constitución de un Parlamento, contrasta en ocasiones con las teatrales puestas en escena de sus moradores, que no por políticas dejan de ser en cierto modo folclóricas.

La recién elegida presidenta de la Cámara, Marta Bosquet, se vio este jueves atrapada en su primera actuación como moderadora del debate dentro del antiguo Hospital de las Cinco Llagas en el fango de una discusión que no debería ser tal.

Hace años que la asunción de un cargo público se ha convertido, para algunos políticos, en una oportunidad de disfrutar de unos instantes de gloria mediática. Bosquet comenzó a llamar, uno a uno, a los diputados electos para que juraran, o prometieran, al gusto, su cargo desde el estrado. Esperanza Oña, vicepresidenta primera con experiencia en esta lides, le advirtió: "Vamos a tardar horas". Y la presidenta de la Cámara decidió entonces que sus señorías juraran o prometieran su cargo, con las coletillas que cada uno quisiera añadir, desde sus propios escaños.

Ahí empezó el lío. Los diputados de PP, Cs y PSOE lo entendieron. En Vox no protestaron demasiado. Pero Antonio Maíllo, que ya había protestado a Marisa Bustinduy el hecho de que Adelante Andalucía no tuviera ningún representante en la Mesa de la Cámara, volvió a plantear una cuestión de orden para denunciar que la decisión de la presidenta suponía una "vulneración de derechos" de sus señorías, antes de explotar.

"En esta Cámara hay un grupo parlamentario que dice que quiere derogar la autonomía andaluza y nosotros queremos escuchar cómo juran o prometen su cargo", dijo. Y acusó a Marta Bosquet, que amagó con retirarle la palabra, de estar "blanqueando a ese grupo parlamentario".

La situación más violenta se produjo unos instantes después. El diputado de Adelante Andalucía por Jaén José Luis Cano Palomino, desoyendo las indicaciones de Marta Bosquet, se plantó en el estrado y se encaró con la presidenta, que lo instó a volver a su escaño. No hubo forma. Prometió su cargo, "porque es una obligación legal", desde el estrado y no desde su escaño. Ninguno más lo hizo, tras las nuevas advertencias de Bosquet.

Los de Vox juraron su cargo "por España" y alguno también “por su honor”. Varios diputados de Adelante Andalucía cuestionaron la "fórmula impuesta totalitariamente", antes de prometer su cargo, "sin más lealtad que al pueblo". Ni a la Constitución ni al Estatuto de Autonomía. Otros se comprometieron a "acatar la Constitución para modificarla". Y la mayoría de los diputados de este grupo añadieron coletillas mirando a Vox apelando a los derechos humanos, la igualdad y la defensa de los derechos de determinados colectivos.

Antonio Maíllo se limitó a prometer su cargo. Teresa Rodríguez hizo un alegato contra la "homofobia, la transfobia, el machismo y el racismo" mirando a Vox. Susana Díaz tiró de la fórmula más breve y directa con un simple "sí, juro". Y el diputado del PP José Antonio Nieto juró el cargo "por España, la Constitución y Andalucía".

Por lo demás, la jornada se desarrolló con normalidad. Los rostros de los diputados del PP mostraban una alegría que era desolación en las caras de los socialistas y casi enfado en las de Adelante Andalucía, que había confiado en contar con un representante en la Mesa del Parlamento sin necesidad de participar en el "pacto de las derechas".

Vox disfrutaba su momento, y Ciudadanos vivía el suyo (por primera vez preside la formación de Albert Rivera un Parlamento en España) con algún que otro conflicto interior por la negativa de PSOE y Adelante Andalucía a participar en el acuerdo.

La de este jueves fue una jornada histórica, por lo que supone de ruptura de la inercia socialista instalada en Andalucía desde sus orígenes como autonomía. Pero en la calle los ciudadanos deambulaban, cargados con bolsas o esperando el autobús, ajenos a lo que ocurría entre las paredes del antiguo hospital. 

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