El pobrecito hablador

Francisco Palacios Chaves

Creo que Santiago es un elfo

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  • Santiago Abascal. -

Sí, cada vez lo tengo más claro. Camufla sus orejas puntiagudas bajo un aspecto normal, de la misma manera que esconde su escaso respeto a la Constitución bajo una capa de populismo y la banda sonora de Manolo Escobar. Pero es un elfo.

Sólo ha de agitar un poquito el árbol sobre sus votantes para que una nevada de casposo machismo, tauromaquia y amaneceres de cacería caiga sobre sus seguidores. Saltará para atrapar el paraguas de la inmigración, tapando con él la falta de juicio de aquellos que reniegan del negro, a no ser que sea para trabajar de sol a sol bajo el plástico por dos platos de arroz. Blanco, por supuesto. Saltarán chispas de magia ante los que gritan que los españoles han de ser lo primero, mientras que no sea domingo de toros y no tengas a mano a la boliviana sin papeles que le limpia las posaderas al abuelo.

Anda mosqueado Juan, el candidato parchís que ha pasado por todos los colores del espectro,  porque Juanma, su amigo de circunstancias, anda cantándole canciones de amor a Santiago, informales, pero de amor. No de amor eterno, ni siquiera un amor fiel; mas bien, como un par de amigos que se gustaron en Tinder y que van a quedar de vez en cuando para darse cariño. Pero Juan anda entre mosqueado y celoso, por no contar con él, por hacerlo a escondidas, y por aquello del dime con quien andas y te diré quien eres.

Juanma es más liberal en ese aspecto, y no entiende de lineas rojas, sino de flechas blancas que le señalen el camino a la silla más deseada desde las filas conservadoras, presidencia del Gobierno aparte; la Junta de Andalucía es el último reducto galo, la aldea que se ha resistido a todos los intentos por ser conquistada, y no van a reparar en gastos ni en abrazar a quien haga falta para alcanzarla. Juan tiene el alma más pura, y pide un futuro en el que Susana se abstenga por tal de que VOX no pille cacho. Inocente. Al final, pasará con otro el rato y serán felices los cuatro.

Ya llega la Navidad, una fiesta solo para españoles al 100%, con nuestros renos, chimeneas y Noeles. Y elfos. Aunque, con esa obsesión por prohibir, a ver si va a terminar siendo el Grinch.

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