El
apoyo de Vox al acuerdo de PP y Cs no es una opción, sino una necesidad. Con el PSOE dispuesto a dar la batalla tras vencer, aun con sus peores resultados, en las urnas, dejar en manos de los socialistas la Presidencia del Parlamento puede conducir a repetir las elecciones. Y ése es el clavo ardiendo al que se aferra
Susana Díaz para tratar de
blanquear su derrota política.
Repetir las elecciones sólo beneficiaría a Vox, si mantiene su línea ascendente, y al PSOE, si consigue movilizar al electorado que no acudió a votar el pasado 2 de diciembre. Y le pasaría factura, electoralmente, a los dos partidos que no han sido capaces de aprovechar la oportunidad de formar un "gobierno de cambio" tras 37 años de socialismo en Andalucía. Especialmente a quien la frustrara.
El papel del
presidente del Parlamento es trascendental en este punto y en todo el devenir de la legislatura. Pero antes, hay que arrancarla. Es él quien tiene la potestad de
proponer a un candidato para la investidura, después de oír a la Mesa y a los portavoces de los diferentes grupos.
Y si,
pasados dos meses desde el discurso de investidura, no se hubiera conseguido una mayoría suficiente para proclamar a un presidente de la Junta, el Estatuto de Autonomía establece que el Parlamento quedaría automáticamente disuelto y
habría que repetir las elecciones.
¿Por qué un presidente de la Cámara socialista no habría de proponer a la candidata socialista a la Junta, Susana Díaz, para la investidura? Al fin y al cabo, estaría
legitimada por haber ganado las elecciones. Otra cosa distinta es que pudiera conseguir los apoyos necesarios para proclamarse presidenta de nuevo, con la configuración del Parlamento que dejaron las pasadas elecciones autonómicas.
El
PSOE no conseguiría la mayoría absoluta en la primera votación, como exige el Estatuto, pero tampoco la mayoría simple en sucesivas votaciones, si los tres partidos de centro-derecha votan en contra de su investidura. Ni siquiera con el apoyo de los 17 diputados de Adelante Andalucía.
Lo podría conseguir sólo en el
caso hipotético y muy improbable de que finalmente la apoyara Cs, cuyo portavoz,
Juan Marín, ha dicho por activa y por pasiva antes, durante y después de la campaña, que con sus votos no volvería a ser presidenta Susana Díaz.
Descartado el apoyo de los socialistas a Juan Marín,
sólo habría posibilidad de sumar mayoría suficiente con los votos de PP, Cs y Vox. Pero para poder votar a un candidato que cuente con el apoyo de estas tres formaciones, primero hay que proponerlo para la investidura. La única forma de garantizarlo es tener la presidencia de la Cámara.
Cómo se elige la Mesa
La Mesa del Parlamento está compuesta por
un presidente, tres vicepresidentes y tres secretarios, según establece el Estatuto de Autonomía. Ésta debe quedar conformada en la sesión de
constitución del Parlamento, cuya fecha de celebración, en este caso el
27 de diciembre, viene fijada en el decreto de convocatoria de las elecciones.
Primero se elige al
presidente. Si cada partido votara a su candidato, resultaría elegido el que obtuviera más votos, esto es, el propuesto por el partido con más diputados. Si PP y Cs alcanzan un acuerdo para proponer a un mismo candidato, sólo conseguirían 47 votos, frente a los 50 de PSOE y Adelante Andalucía. Por eso el
apoyo de Vox para elegir al presidente del Parlamento es fundamental, si los potenciales socios del Gobierno quieren garantizarse la Presidencia de la Cámara.
Los tres
vicepresidentes y los tres
secretarios se eligen de forma simultánea (primero los vicepresidentes y luego los secretarios) y, salvo que hubiera acuerdo previo, saldrían elegidos un vicepresidente de cada uno de los tres partidos con más votos y lo mismo con los secretarios. Ello dejaría a
Adelante Andalucía y Vox sin representación en la Mesa.