Sindéresis

El alma de Podemos

Pero no pasa nada; no nos pongamos nerviosos, porque todo lo que sucede, conviene, si uno mantiene la moral alta, el corazón caliente y la cabeza fría.

Publicado: 17/12/2018 ·
01:19
· Actualizado: 17/12/2018 · 01:19
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

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El alma de Podemos es el abrazo sin condiciones a la democracia, bajo la premisa de que las personas son las únicas guardianas legítimas de su destino y el único límite de la defensa de los Derechos Humanos. Allí donde la reglamentación o las decisiones contradicen los derechos fundamentales y las libertades públicas del Título I de la Constitución, hay que defender la Constitución, y allí donde la Constitución fallase a los Derechos Humanos, hay que cambiarla.

            El abrazo sin condiciones a la democracia implica que no puedes tener miedo a lo que decida la gente y, por tanto, debes ofrecer procesos de democracia interna que no busquen favorecer ninguna candidatura en concreto. Esto implica también que se debe mantener un escrupuloso reglamento de incompatibilidades para que, quien decide el método de voto y recuenta los mismos, no esté implicado personalmente en el proceso; no sea juez y parte.

            Como me dijo alguien de mi absoluta confianza recientemente, si cuando estábamos en las plazas, después del 15M, nos llegan a ofrecer un proceso de primarias como este de Podemos a Congreso y Senado, los habríamos corrido a boinazos hasta sacarlos de allí. Recordemos que es un proceso donde no eliges a compañeros de un modo horizontal, sino en el que te obligan a decidir qué compañera o compañero te gusta más que otro, para que lo selecciones en primer lugar y, de este modo, se lleve más puntos que el siguiente. No puede haber dos personas que te produzcan la misma confianza. Te obligan a aceptar una jerarquía.

            Pero no pasa nada; no nos pongamos nerviosos, porque todo lo que sucede, conviene, si uno mantiene la moral alta, el corazón caliente y la cabeza fría.

            Las prisas del proceso y procesos paralelos que tienen que ver con candidaturas autonómicas han limpiado el panorama de otras familias dejando solo una familia política activa para optar a copar las listas al Congreso: los pablistas. ¿Qué ha traído esto de bueno? Que ha quedado patente el alma verdadera de los militantes de Podemos, su espíritu de lucha y su capacidad de organización sin que nadie les dé permiso ni refrendo.

            La lista de independientes, llamada lista blanca en un intento torpe de desprestigio, está llena de personas con recorrido, formación y actitud, y se han organizado en grandes o pequeños grupos para defender, no tanto sus propias candidaturas, sino la necesidad de que los parlamentarios de Podemos sean el nexo de unión entre las bases y el Congreso. Ya no se trata de aplicar la ambigua frase de «mandar obedeciendo». Se trata, simple y llanamente, de representar al resto dentro de un espacio donde todavía no han permitido que acceda el pueblo, todo el pueblo, a participar directamente de las decisiones que les competen.

            En las plazas dijimos «lo llaman democracia y no lo es». Cuando conseguimos salirnos de la lógica de las familias, cuando conseguimos sacudirnos las guerras por el poder en que nos involucran de modo muy astuto, tenemos la capacidad de mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que los que valen para este empeño están en la tele y los conocemos hace tiempo, sí, pero también están a nuestro lado, en el círculo de nuestra ciudad, o a golpe de mensaje de Telegram y de llamada de teléfono, en el círculo sectorial al que pertenecemos, animalista, feminista, procannabico, de Sanidad, tercera edad, de estudiantes, vegano, de ciencias, ecologista o de turismo. Recordad: el 99%

            Ya no existe la política de bandos, sino de reclamaciones justas. Ya no existe la política de pactos, sino de trabajo conjunto. La primera fase del proyecto Podemos llevaba pegado el olor y el fantasma de los viejos usos partidistas, pero hasta eso se está disolviendo porque, como me dijo otra persona en quien confío, hay males por los que una organización debe pasar, como el sarampión. Es lógico. Luego eso se cura y creces.

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