Patio de monipodio

Habaneras: el Ayuntamientono se entera

El anti-sevillanismo es anti andalucismo, como si fuera anti-jaenismo o anti-alcalaísmo. Quien ataca cualquier rincón de Andalucía, ataca Andalucía

Publicado: 16/12/2018 ·
21:46
· Actualizado: 16/12/2018 · 21:46
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Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

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Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Ni se quiere enterar. Muy cómodos en sus mayorías, hasta en las minoritarias, con lo bien que estaría que fueran más vivos con el interés general y menos con el partidista. Antonio Burgos cumple un principio andaluz fundamentalísimo: los andaluces tenemos la facultad de nacer dónde nos da la gana. Andalucía es una filosofía. Y que no se pierda, que es compatible con progreso, como ha probado la Historia, porque los andaluces somos los más universales del mundo. Y a mucha honra. El magnífico periodista es gaditano, nacido en Guadalcanal y criado y vecino de Sevilla. Como autor de letras de canciones, algunas de bastante éxito, suyas son las habaneras que cantó Carlos Cano, cuatro, aunque sólo una se haya hecho célebre. En ello “algo” ha tenido que ver el anti-sevillanismo militante, que ha popularizado la de Cádiz, menos por el merecido encanto de la joya de la Bahía (también), que por ocultar Sevilla, misión imposible todavía se intenta por muchas instituciones y en particular por la Consejería de Turismo y Canal Sur donde sigue estando mal visto incluso después de haberse levantado la prohibición reinante varios años.

El anti-sevillanismo es anti andalucismo, como si fuera anti-jaenismo o anti-alcalaísmo. Quien ataca cualquier rincón de Andalucía, ataca Andalucía. Los anti andaluces, al elegir esta buscan un símbolo para romper Andalucía. Podría haberle tocado a otra, pero pusieron la diana en Sevilla ¿para qué trasladarla? Eso es lo malo; peor es que el Ayuntamiento lo apoye por dejadez, apatía e incapacidad para comprender los valores de la ciudad, en tanto las ideas no hayan salido de su estrecho intelecto. No es gracias a ellos que esta ciudad sea la única a la que se han dedicado más de setenta canciones, por diversos artistas, desde Lope de Vega hasta hoy. La Habanera de Sevilla, de la serie Cano/Burgos, es la mejor poesía, la más delicada y musicalmente la más armoniosa, con una combinación perfecta entre la habanera, tranquila, y las sevillanas del estribillo. Pero el homenaje a Antonio Burgos, no se lo ha dado Sevilla. Y el poeta se merece un reconocimiento; la canción, él y Carlos Cano, no merecen el olvido de la ciudad a la que dedicaron una de sus mejores piezas musicales. Sevilla ha sido con ellos tres un compendio de Andalucía y de la Andalucía del otro lado del Atlántico. Un valor que el Ayuntamiento todavía está a tiempo de comprender y un olvido que aún puede reparar.

Por desgracia, no podemos confiar, ojalá. Sevilla es la ciudad con peor suerte del mundo en sus corporaciones, ya podríamos perder ese mal fario de la incompetencia. No sirve el consuelo de “mal de muchos”, porque Antonio no es tonto. Pero no es este el único olvido. Se olvida la tarasca, invento sevillano, se olvida la influencia en América, con lo que supone; se olvidan las treinta y seis Sevilla repartidas por el Continente y Filipinas; se olvida reclamar las obras de arte “susllevadas” a los museos madrileños; se olvida el valor patrimonial de Sevilla, un aliciente para los muchos, de dentro y de fuera; se olvida el río, se olvida el puerto deportivo, que el partido malogró… no hay sitio en un artículo para tanto maldito olvido.

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