El sondeo preelectoral sobre Andalucía del
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), denostado porque por mor de un "exceso de cocina" atribuyó al PSOE entre 45 y 47 diputados cuando luego obtuvo catorce menos, dibujó un panorama que en pura lógica tenía que conducir a los resultados que finalmente se han producido. En los mismos ha influido sobre todo el
desgaste del gobierno de Susana Díaz y el cansancio de los andaluces tras 36 años de los socialistas en el poder y en menor medida Cataluña y la política nacional.
Si la política del Gobierno de la nación sobre
Cataluña y las alianzas de
Pedro Sánchez con los independentistas catalanes hubieran sido el factor esencial que explicara el resultado del PSOE en las elecciones andaluzas del 2D, el sondeo preelectoral del CIS, cuya recogida de datos concluyó un mes antes de la cita con las urnas, habría reflejado de alguna manera esa inquietud, salvo que los andaluces sean maestros en el arte del disimulo, pero no fue así.
Cuando se les preguntó qué sería más importante para ellos a la hora de votar, el 56,4% respondió que los
temas propios de Andalucía, una cifra superior en más del doble a la de quienes daban prioridad a los temas generales de España (24,8%), mientras que un 13,8% valoraba ambos temas por igual.
La influencia del líder nacional del partido a la hora de votar era muy tenida en cuenta por el 23,7%; bastante, por el 39,1%; poco, por el 19%, y nada, por el 9,6%. En este capítulo se habría puesto de manifiesto, siquiera de forma indirecta, el
rechazo a Pedro Sánchez por su gestión al frente del Gobierno y este factor podría haber tenido una influencia decisiva en la sangría de votos socialistas en Andalucía.
Sin embargo, cuando se pidió a los andaluces que valoraran la actuación política tanto de los
líderes autonómicos como de los nacionales, Pedro Sánchez obtuvo prácticamente la misma puntuación que Susana Díaz (un 4 frente a un 4,1) y que Albert Rivera (otro 4), cuyo partido, Ciudadanos, ha pasado de 9 a 21 diputados en Andalucía.
Clave andaluza
Es por tanto en la valoración por parte de los andaluces de la situación en/de Andalucía, reflejada con creces en el sondeo del CIS, donde hay que buscar las claves del resultado de las posteriores elecciones. Así, la
situación económica fue calificada como buena o muy buena por sólo el 5%, frente a un 54,7% que la tachaba de mala o muy mala. Además, un 30,3% estimaba que era todavía peor o mucho peor que hace tres/cuatro años, frente a un 18,8% que la consideraba mejor o mucho mejor.
Similar valoración negativa se otorgaba a la
situación política: sólo un 5,9% creía que era buena o muy buena, por un 58,9% que la veía como mala o muy mala. Y en comparación con hace tres o cuatro años, o sea el primer mandato de Susana Díaz como presidenta, sólo un 8,6% pensaba que había evolucionado a mejor o mucho mejor, frente a un 35% que pensaba que era peor o mucho peor.
Asimismo, el problema más importante de Andalucía no tenía nada que ver con cuestiones nacionales. El 62,8% citaba el
paro en primer lugar, y el 14,9% la
corrupción.
Gestión del PSOE
Cuando se preguntaba por la gestión del PSOE en la Junta de Andalucía en los últimos cuatro años, es decir durante el reciente mandato de Susana Díaz, sólo un 13% la calificaba como buena o muy buena, mientras que un 43,1% la calificaba como mala o muy mala. Y a la pregunta directa sobre la
gestión de Susana Díaz como presidenta, únicamente el 15,5% la consideraba buena o muy buena, en contraste con el 43,7%, que la estimaba como mala o muy mala.
Tras esta cascada de calificaciones negativas sobre la situación económica y política de Andalucía y la actuación del PSOE y de Susana Díaz, se llegaba a la pregunta clave, cuya respuesta parece la consecuencia lógica de las anteriores. A la cuestión de si tras las elecciones le gustaría que gobernase en Andalucía un partido distinto del que gobernaba entonces (el PSOE), un
58,4% expresó su deseo de cambio y de que gobernara otro partido, más del doble de quienes preferían la continuidad del PSOE en San Telmo (un 24,9%), mientras que a un 10,5% le daba igual.
Pues bien, en las elecciones del 2D, el PSOE obtuvo un 27,95% de los votos, apenas tres puntos más que ese 24,9% que confesó en el CIS su apuesta por los socialistas. El resto de los partidos obtuvieron en su conjunto (PP, CS, AA y Vox) un 66,17% de los sufragios,
ocho puntos más que el 58,4% que abogó por el cambio tan sólo un mes antes de la cita con las urnas.
La conclusión es que el CIS hasta se quedó corto, porque fueron muchos más los andaluces que votaron por opciones distintas al PSOE y que podían acabar en un cambio de gobierno en Andalucía, un cambio motivado esencialmente por la situación de la región
tras 36 años con el PSOE en el poder y en escasa medida (el sondeo no lo traslucía) por la situación en Cataluña o la política del Gobierno central.