Quien a buen árbol se arrima...

La sociedad de los soñadores

El tiempo es lo más valioso que tenemos los seres humanos, porque cada momento de nuestra vida es irrepetible, porque para todos dejarán de moverse...

Publicado: 04/12/2018 ·
23:51
· Actualizado: 04/12/2018 · 23:51
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Autor

Manuel Ruiz

Manuel Ruiz es biólogo y ocupa el cargo de presidente de la Asociación Ecologista GEA de Jaén

Quien a buen árbol se arrima...

Cuaderno sobre la importancia de ser responsables medioambientalmente y otras cuestiones culturales y patrimoniales de Jaén

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El tiempo es lo más valioso que tenemos los seres humanos, porque cada momento de nuestra vida es irrepetible, porque para todos dejarán de moverse las manecillas en algún instante. En una sociedad mercantil como la nuestra, al tiempo también se le ha puesto un precio. Invertimos buena parte de la vida, demasiada, en ganar un puñado de euros para subsistir, siendo esta una de las bases de la injusticia social actual. También aparece lo contrario, que cada hora de nuestra dedicación sea muy bien pagada, en cuyo caso acabamos derrochando gran cantidad del escaso tiempo que supone la vida, en una actividad que casi con toda probabilidad, no da color ni calor a nuestro corazón.

Cuando se vive en esta tesitura, de gastar mucho tiempo a cambio de dinero, porque se gana, o muy poco o mucho, la posibilidad de emplear parte de nuestra existencia a alcanzar nuestros sueños no se tiene en cuenta, o en todo caso se considera como un “mal de juventud” que pronto se supera cuando uno “madura”.

Error. Tener sueños e intentar alcanzarlos es una de las formas más completas de llenar una vida. No es lo mismo un proyecto que un sueño. Un proyecto tiene duración concreta y puede ser algo impuesto por las circunstancias, mientras que un sueño puede durar toda una vida y surge de nuestro corazón. Los sueños pueden ser un objetivo personal, pero también un ideal universal, es decir, una idea válida para cualquier ser humano con la que nos identificamos, la hacemos nuestra e intentamos plasmarla, en cuyo caso puede dar plenitud a la vida entera.

Un sueño o un ideal, hace coherentes a nuestra mente, nuestro corazón y nuestra acción; el solo intento nos proporciona satisfacción, independencia y libertad. Por su propia naturaleza, las consecuencias de los sueños cumplidos desbordan el ámbito personal del propio soñador y alcanzan al conjunto de la sociedad. La Humanidad no ha avanzado gracias a los sistemas, sino gracias a los soñadores e idealistas.

Siendo el tiempo lo más valioso, el mejor destino que puede tener es el altruismo, el emplearlo de manera voluntaria en una causa propicia al bien común. Si su valor es incalculable, si nadie tiene lo suficiente para pagarlo en lo que realmente vale, entregarlo a cumplir un sueño, a alcanzar una idea noble, es engrandecerse, dar un sentido inestimable a la vida.

Hoy, Día Internacional de los Voluntarios, sigue vigente la necesidad de la sociedad de los soñadores, la sociedad en que lo pragmático se alíe con lo altruista. Hace falta.

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