Las undécimas elecciones autonómicas andaluzas, las segundas consecutivas antes de agotar mandato, concluyeron hace pocas horas con el escrutinio definitivo y una gran duda existencial entre la dirigencia provinciana del PSOE-A: ¿Por qué, diantres, tuvo Susana que convocar anticipadamente estos comicios? 14 escaños se dejó en este empeño atropellado, presuroso, el susanismo; 2 de ellos en una provincia de Jaén que, no obstante, mantiene al Partido Socialista con el mejor porcentaje andaluz de respaldo (35,40%) junto a Huelva (31,60%).
En 2012, el PP de Javier Arenas venció al PSOE de José Antonio Griñán y los socialistas terminaron pactando con la Izquierda Unida de Diego Valderas. En marzo de 2015, anticipadamente, y ya desde el poder, Susana Díaz aspiró con éxito por vez primera a la presidencia de la Junta, recuperando la hegemonía del voto andaluz para el Partido Socialista, pero, alejada 8 escaños de la mayoría absoluta, pasó por el purgatorio de 80 días sin acuerdo de estabilidad y, a un tris de convocar otras elecciones, terminó cerrando un pacto de investidura con Ciudadanos, una entente que de mutuo acuerdo se volatilizó a principios de este pasado mes de septiembre para dar paso a una nueva convocatoria electoral.
La nueva configuración de las Cinco Llagas (PSOE, 33; PP, 26; Cs, 21; AA, 17; Vox, 12), con 50 parlamentarios a la izquierda y 59 a su derecha solo invita a elucubrar con dos hipótesis verosímiles: un tridente derechista liderado por el presidenciable cuya fuerza obtuvo mayor respaldo, es decir, un gobierno de Moreno Bonilla apoyado por Ciudadanos y Vox, o, en su defecto, la investidura del candidato naranja, Juan Marín, con los votos a favor del PSOE de su antigua socia de investidura (Ayer por mí, hoy por ti) y la abstención de Adelante Andalucía. Es eso, o abrir el ejecutivo andaluz a la participación activa, incluso con parcelas de poder, del populismo lepeniano de Vox.
La tozuda realidad aritmética del escrutinio de este domingo negro para la izquierda andaluza la deja a 5 parlamentarios de la mayoría absoluta. A la diestra de ambos, a la derecha de PSOE y Adelante Andalucía, el partido naranja de Juan Marín, Albert Rivera e Inés Arrimadas, que confiaba en consumar el sorpasso en detrimento del PP de Moreno Bonilla y Pablo Casado, aun permaneciendo 5 escaños y dos puntos y medio porcentuales por debajo de los populares, se considera de facto mandatado/potestado para liderar el cambio. Lo dijeron en el tramo final de la campaña y lo reiteraron anoche: solo quien sigue creciendo, mejorando resultados, está legitimado para encabezar institucionalmente el nuevo tiempo.
En esa diatriba concreta, la de la derecha, las elecciones andaluzas del 2D constituyen una especie de primarias de cara a próximas citas con las urnas. Para más inri de la derecha clásica y del centro derecha emergente, la irrupción in extremis en las quinielas de Vox, la derecha sin complejos, con opciones de entrar en el Parlamento de Andalucía por varias provincias, modificaba el tablero de esa hipotética negociación poselectoral. Sorprendiendo a propios y extraños, la formación comandada por Santiago Abascal, que presentaba al ex juez Francisco Serrano como aspirante a San Telmo, hace añicos los pronósticos más halagüeños alzándose con casi el 11 por ciento de los sufragios y nada más y nada menos que 12 parlamentarios. PP y Vox están obligados a partir de hoy a procurar convencer a Ciudadanos por todos los medios a su alcance de la conveniencia de un tripartito de derechas, a sabiendas de que a los naranjas les cortejan como mal menor desde las izquierdas.
En la provincia de Jaén, en su triunfo a la baja, el PSOE se deja dos actas parlamentarias -de 6 a 4- y 41.000 votos, sosteniendo una considerable distancia con respecto al segundo, el PP, de 12 puntos porcentuales. El espléndido día de aceituna, por lo demás, redujo la participación cuatro puntos y medio, que eran más de 7 a las 6 de la tarde. Y, sobre los 97 escenarios electorales jiennenses, subrayábase uno especialmente incierto: Linares.
El claro discurso anti-Junta, anti-PSOE, de la plataforma “Todos a Una por Linares” y la reciente defenestración interna del alcalde, Juan Fernández, ponía en entredicho la holgura del triunfo local del PSOE y las papeletas intencionadamente no válidas: 13 puntos menos y 1.458 votos nulos. Ahí es nada.
Otro de los triunfadores indiscutibles de la noche fue el alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, recién aterrizado en Cs, ve como su hijo, Enrique, candidato número 2 por Jaén, logra plaza en las Cinco Llagas. En la capital, empate técnico entre PP y PSOE, con los socialistas a menos de 700 votos de los populares.
Y Cs, a apenas dos millares de sufragios de ambos. El 2D, a diferencia, de tantas otras citas electorales precedentes, sí tuvo vencedores y vencidos. Y damnificados que quedarán a un lado y otro del camino. Al tiempo.
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