Menudo susto en el zaguán. Miro la rejilla de ventilación del buzón y un grupo de caras me sonríen. Son los candidatos, encarcelados en el pequeño cubículo postal a la espera de una oportunidad. Se la doy. Las campañas electorales, como la Semana Santa o el Carnaval, mantienen vivas tradiciones que generan a quien escribe un sentimiento familiar, tierno. Ese spleen de la repetición, de lo predecible, propio de estas edades dadas a la andropausia y el miedo a la pensión. Espero, pues, que me disculpen.
A pesar de instagram, los viejunos sobres con propaganda electoral no decaen. Ahí están, después de que los repartidores sub empleados hayan rematado la tarea con su propio spleen: si me veo en tal trabajo, es que algo han hecho mal ante estos políticos. El mea culpa no se da en Sevillaland.
Abro los sobres con un punto de vergüenza ajena, pues el espectáculo que ofrecen carece de rubor. En primer lugar, repaso las fotos. Observo que la coalición formada por comunistas-andalucistas-anticapitalistas (podría denominarse La Convulsa Historia del siglo XX) se decanta por el blanco, en la palidez de sus rostros y en sus camisas; cuando les vendría de perlas una cuatrocomía pop: rojo-verde-morado. Bonilla&Zoido también lucen níveas camisas pero, dado el bronceado, en su caso podrían pasar por dúo rociero; sus carteles parecen llevar meses colgados, tienen ya el aire desgastado de los mismos candidatos. Cs usa a dos clásicos en la imagen: Rivera y un palo-selfie que revela su falta de maestría fotográfica. Susana recurre a dos detalles vintage: firmar y pintarse las uñas.
El texto de Adelante Andalucía (carta de mamá precoz-monoparental-subempleada-con niño camarero) recuerda al monólogo de humor de Rajoy 2008 (carta a una niña). El eslogan de Bonilla se asemeja al de un taller de mecánica. Y Díaz empieza por “sólo te voy a pedir una cosa”, votar libremente, para rematar pidiendo el voto para sí. Eso es que se ha auto convencido mientras escribía. Cs se lo ha currado poco, con un semáforo cromático para dar a entender que ellos son la gran oportunidad verde. Con Rivera les basta.
Culmino mi ejercicio de ciudadano colocando toda la quincalla celulósica en el contenedor azul. Al volver al zaguán observo que de nuevo me miran las caritas desde el buzón. Algún vecino me ha endosado lo suyo. Debe tratarse de un descreído electoral, parte de esa mitad que no vota. O que no lo hacía por faltarle un grupo radical antisistema, los ultras al parecer ahora emergentes que ni necesitan el buzoneo, pues lo de ellos es la voz en grito.
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