Andalucía está convocada el próximo 2 de diciembre a las urnas. Hay quienes piensan que estas elecciones tienen que ver con desbancar a un partido que lleva treinta y seís años gobernando, en el marco de una pugna estatal, en la que esta meta volante suma muchos puntos. Y otros plantean la cita electoral como una especie de autoafirmación identitaria frente a quienes no respetan a esta tierra. Se envuelven en la bandera igual que aquellos a los que se critica tanto cuando el fervor nacionalista es otro. El nacionalismo andaluz, existir existe. Ya sabemos que el PSOE es el partido que hábilmente ocupó este espacio electoral desde la fundación de la autonomía, una de las claves que explica su continuidad en el gobierno.
Ahora bien, ¿dónde queda la imprescindible rendición de cuentas que deberían ser unas elecciones para quien lleva tanto tiempo gobernando y para quienes llevan tanto tiempo en la oposición? Los primeros deben dar cuenta de su gestión y los segundos, además de criticar dicha gestión, también deberían haber extraído alguna enseñanza sobre porque siguen en la oposición y sobre sus alternativas. Y, respecto a Ciudadanos, ser nuevos no es una virtud suficiente para ganarse la confianza. Proponen un cambio, pero ¿hacia donde? ¿Pueden decirlo? Y, sobre todo, ¿dónde queda el debate sobre las propuestas para que Andalucía salga de la cola de las regiones con menor desarrollo socioeconómico? ¿Qué ideas hay sobre los retos medio ambientales, el sistema productivo o el modelo educativo?
Andalucía cerró 2017 cerró con 825.000 personas desempleadas según el Instituto Nacional de Estadística, lo que supone una tasa de paro del 24,4%. Tenemos una economía que no despega del furgón de cola de España y de la Unión Europea. ¿Hay que resignarse a ello?
La brecha de la desigualdad se ha acrecentado con estos años de crisis y lo que es peor, ha consolidado recortes en los servicios públicos que serán difíciles de revertir. En este punto, algunos hacen su particular cruzada ideológica para denigrar lo público confundiéndolo con la corrupción y la ineficiencia. ¿De verdad que un menor peso de lo público es la solución? ¿Algún modelo que aportar? ¿Quizá nos puedan mostrar los resultados de las privatizaciones emprendidas en Valencia o en Madrid? Pero tampoco nos engañen los otros, los recortes en la sanidad y en la educación son evidentes y están causando estragos. Y que tenemos un problema de corrupción y de clientelismo, es evidente. Negarlo es tratarnos como a tontos.
Lo cierto es que todo apunta a que el resultado electoral conformará un parlamento sin mayorías absolutas. Si las encuestas aciertan, se tendrá que conformar un gobierno en minoría obligado a pactar sus iniciativas. Será un nuevo aprendizaje que creo sentará bien a nuestras instituciones. Nos falta cultura del pacto. Transigir y llegar a acuerdos parciales es siempre mejor que el bloqueo.
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