Estimada Señora. He recibido su electoral y atenta, de fecha indeterminada, en la que me pide permiso para que yo reciba unas líneas que Vd. escribe. Entiendo que vienen a cuento por mi reciente jubilación. No tengo el gusto de conocerla y seguro que Vd. a mí tampoco, pero ello no le impide, utilizando sin permiso previo mis datos personales, enviar a mi domicilio un escrito con firma ilegible en el que se presenta como presidenta de la Junta de Andalucía, y en el que hace algunas consideraciones, finalizando deseándome “mucha felicidad y que pueda hacer realidad (mis) sus proyectos más anhelados”. ¿Cómo si Vd. conociera cuáles son esos proyectos?
En primer lugar manifiesta Vd. que el objeto de la carta es “reconocer” el trabajo que he realizado en mis años al servicio de la Junta de Andalucía “y que ha permitido que nuestra tierra sea referente en la defensa de los servicios públicos.” Debo aclararle que para reconocer, antes debe Vd. haber conocido y, que yo sepa, Vd. no se ha dignado visitar ni mi centro, ni sus aulas, ni siquiera tener noticias de las múltiples solicitudes de ayuda que desde mi centro educativo se han trasladado a esa institución que dice Vd. presidir. Ese modelo de carta suena a lo que suena. Un postureo que le recomiendo no vuelva a repetir porque queda Vd. en muy mal lugar, diciendo naderías. No sabe Vd. de la misa la mitad de lo que ocurre a diario en la educación andaluza. Y por ello le recomiendo que se abstenga de enviarle la misma carta a miles de docentes jubilados, después del abandono en el que Vd. y otros como Vd., tienen sumida a la escuela pública andaluza.
No le quepa duda que la realidad, día a día, en esa Escuela se sustenta en la buenísima buena voluntad de las familias, el alumnado y de quienes trabajan en ella, en general. Siempre hay quien no se ha enterado de lo que significa ser maestra o maestro, pero eso pregúnteselo a la Universidad que dice formar al magisterio y a quienes contratan a las personas sin ni siquiera mirarlas a la cara.
En segundo lugar eso de hacer “realidad nuestro sueño de vivir en una Andalucía moderna que sea tierra de oportunidades”, la verdad es que Vd. y otros como Vd., se encargan de evitar que ese sueño sea haga realidad a fuerza de hurtarle a ese pueblo andaluz los medios que precisa para vivir dignamente. Las oportunidades son las que tienen las empresas privadas a las que Vd. financia sin control alguno de los dineros públicos generosamente repartidos en contratos miles. De que Andalucía es “referente en la defensa de los servicios públicos”, por mucho que Vd. lo diga no se sostiene.
En tercer lugar antes de dar las gracias debe Vd. cumplir, dando recursos en cantidad y calidad necesaria a la Educación, a la Sanidad, a la Dependencia, a las Prestaciones Sociales, en Andalucía. Y se equivoca si piensa que he asumido las “medidas extraordinarias que han requerido de una comprensión excepcional de la situación que vivimos en estos últimos años”, porque han sido impuestas por Vd., mediante los infames recortes en las prestaciones de servicios públicos. La verdad es que Vd. no ha padecido ninguna de ellas, instalándose en la pompa y el boato de la “dignidad” de su cargo.
Fdo Rafael Fenoy Rico
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