Por lo sufrido que es el puesto de chófer –sea donde sea- en los autobuses, sean urbanos o interurbanos, los conductores de trenes –maquinistas-, los que llevan las ambulancias, los taxistas, los que conducen camiones de bomberos… son hombres o mujeres sacrificados.
La Academia Española mantiene que “Es raro, pero admisible, el femenino choferesa”. Así que chóferes y choferesas merecen el reconocimiento general de los usuarios. Menos cuando un conductor de un autobús echa mano de un móvil para atender a amigos o familiares y el personal transportado se pone más que nervioso,…o cuando un taxista echa una perorata política contraria a los pensamientos del que va detrás o al lado y que es el que o la que paga el trayecto. La casuística puede ser larga. A la inversa también. Los recién nacidos atendidos en un taxi o los amables, en general, conductores-compartidos de BlaBlaCar.es.
Son otros los chóferes de las maldades. Se hizo famoso un conductor de un director general de la Junta que declaró unas cantidades notables para consumo de cocaína, pero eso fue lo de menos porque luego salieron a la luz otras ayudas más importantes para empresas turísticas.
Ahora se ha lanzado al estrellato de película de espías el chofer de Bárcenas. La historia es aproximadamente como sigue. El chofer de Luis Bárcenas era su hombre de confianza y toda la familia. Cuando estalla el caso de los pagos en b en el Partido Popular, los sobresueldos y las libretas con las cantidades perfectamente anotadas de “Luis, el cabrón”, como él mismo ha reconocido que le denominaban, el conductor se convierte en objetivo de los servicios secretos. Pero no para que colabore con la justicia para llegar hasta el final. Ha reconocido en el Congreso Pablo Crespo, “que todos los secretarios generales del PP conocían las cuentas en b”. El chófer fue contactado para destruir pruebas que implicaran a los dirigentes populares. El conductor fue cooptado para traicionar a Bárcenas y que se hiciera con documentos comprometedores. Recibía 2.000 euros mensuales del ministerio del Interior y lo enchufaron en el Cuerpo Nacional de Policía. Los sindicatos policiales dicen: "Entró en la academia con 40 años y salió hacia su primer destino con 42”. Algo más que inusual ya que la media de entrada es de 25 años. Así fue más difícil imputar al PP. El entonces director de la Policía - Cosidó- dice no saber nada.
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