El ojo de la aguja

Tarde con nombre de mujer

Tarde que con el día se escapa y lluvias torrenciales que se funden con olas que se convierten en montañas y que arrasan para afuera todo el litoral costero

Publicado: 08/11/2018 ·
12:25
· Actualizado: 08/11/2018 · 12:25
Publicidad Ai Publicidad Ai
Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

VISITAR BLOG

Tarde que con el día se escapa y lluvias torrenciales que se funden con olas que se convierten en montañas y que arrasan para afuera todo el litoral costero, que quebrantan afanes de trabajo en la mar, en el marisquero, arrastrando las pateras del trasmallo, la lucha en definitiva para la esperanza de vida.

Tarde en su huida con el día en la costa, altitudes de olas que irrumpen y se agrandan arrollando enseres y todo lo que cogen por delante en las próximas casas y chiringuitos que ya trabajan de puertas para adentro preparando el músculo para recibir al visitante.

Tarde en Punta Umbría con olas de tonalidades entre grises y blancas, que surgidas de la mar ganan a la montaña, que se elevan en rompeolas como peligrosas lanzadas. Que retan al hombre que en sus prácticas deportivas les son necesarias. Temporales que a la mar extensa e intensa hacen brava. Vientos que acceden de todos los frentes y combinan en movimientos a las nubes entre negras y blancas, cargando sus panzas en tupidas cortinas ascendentes de agua para en su volátil continuar convertidas en lluvia dibujar en los aires picassos, y en la arena de plata de la playa, no sé qué figuras de sucesivas gotas puntillistas que en constante natividad aparecen creaciones naturales, momentáneas, para morir al instante, dolorosamente borradas por el vaivén de los aguajes que con la bajamar ofrecen la calma.

Tarde de temporales que despide un día menos, ocultado para una gran mayoría otra deseada y más acostumbrada estampa. Flota en el aire salinero que azota las sienes el asomo de un mejor atardecer en distinto tipo de soledad que hoy he descubierto, sin nombre, y que solo los temporales saben que cuando menos nos espera sostienen para que nunca sean inolvidables.

Tarde, frente al Atlántico, haciendo aún más grande esta soledad antes aludida que sí tiene en esta ocasión nombre de mujer, que pasea lloviendo, por la orilla, descalza, mojándose, no sé cómo llevada en cada paso por sus andares, hundiendo sus pies en la arena mojada. Volviendo la cara atrás y luego hacia delante.

¿Será un émulo de sirena o tal vez del mar y la lluvia la mejor amante? Desde la lejanía su figura se fue empequeñeciendo entre los dibujos de la lluvia que fue cediendo paulatinamente, como cuando se acaba una obra plástica de arte, en las últimas pinceladas. Solo quedó una visión o ensoñación, ni una huella en la distancia. Soledad con nombre de mujer sobre la arena mojada, tarde.

 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN