¿El botellón es el culpable?

Los incidentes de Pozuelo llaman a la reflexión. ¿Qué lleva a los chicos de una de las ciudades más ricas de España a enfrentarse a la Policía?

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Los incidentes de las fiestas de Pozuelo de Alarcón (Madrid) han puesto de manifiesto que el comportamiento de los jóvenes que celebraban las fiestas locales no fue nada afortunado. Veinte personas fueron detenidas, siete de ellas menores, por desórdenes públicos, atentado a agentes de la autoridad y daños al mobiliario urbano, en una intervención en la que han resultado heridos 10 policías, dos de ellos de gravedad. Las imágenes fueron grabadas en vídeo y son ahora de las más vistas en internet. El enfrentamiento de los jóvenes con los agentes de la autoridad son fruto del alcohol, según las autoridades locales, que se han apresurado a culpar a personas “de fuera de la localidad” para intentar salvaguardar la imagen de ciudad de primer nivel que tiene Pozuelo. Es, de hecho, una de las localidades con el nivel de vida más alto de toda España, lo que no quiere decir que los jóvenes no hagan botellón o que, como insinúa el alcalde, sea escenario para que lo hagan “los de fuera”. Al primer edil sólo le ha faltado decir que eran de fuera de nuestras fronteras para rematar la apestosa xenofobia que ha demostrado con sus palabras.
Pero a raíz de los incidentes se están escuchando razones de todo tipo, explicaciones más o menos lógicas. Desde el PP se ha señalado, oficialmente, al paro y a las penosas perspectivas laborales de los jóvenes como causa principal. Pero resulta extraño que precisamente en el espacio habilitado para hacer botellón, durante las fiestas locales, de madrugada y en una de las ciudades más ricas de España, los presuntamente marginados jóvenes la tomen contra la Policía como medida desesperada ante su situación laboral. Estos incidentes nada tienen que ver con los disturbios en los guetos de Francia. No es el momento de soltar discursos catastrofistas y mucho menos de culpar a nadie de algo en lo que la educación y los valores de la sociedad han suspendido. Los partidos tienen que hablar sobre el asunto y pensar que el botellón, culpable o no, sigue siendo un problema, no un fenómeno.

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