Ocho años sin Guevara

Publicado: 23/10/2018
Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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Guevara fue conocido como jugador en el Onuba en los tiempos del Velódromo, y luego como destacado pintor no solo en Europa sino también en el mundo
Para muchos onubenses y comprovincianos, el nombre de José Cristóbal Guevara Sánchez no les resulta ni de oída ni tampoco familiar. Pues bien, Guevara fue conocido como jugador en el Onuba en los tiempos del Velódromo, y luego artísticamente como destacado  pintor no solo en Europa sino también en el mundo, así como escritor del teatro de lo absurdo, fiel seguidor de su creador, Eugene Ionesco.

Había nacido en la localidad andevaleña de Puebla de Guzmán, cuya localidad le nombró hijo predilecto, y la Diputación de Huelva, antes de su fallecimiento, le otorgó la Medalla de Oro de la provincia. El bagaje profesional y artístico de José Cristóbal Guevara fue inmenso, de tal manera que sus últimos años de vida los discurrió en Huelva capital, viviendo y teniendo su estudio en el ático del ingente edificio del punto, estudio que pude visitar gracias a la orientación de una amigo de la infancia que trabajaba en el mismo, Cándido Ruiz Carrascal, que durante estos últimos años que hemos aludido de Guevara allí, se convirtió en su apoyo, sombra y guía para hacer más llevadera esa soledad inevitable que alude Jaime de Armiñan, la de la vejez y el arte.

Pues bien, ya son ocho años los de su ausencia, pero vamos a tratar de sintetizar la presencia de este onubense de pro de la provincia. José Cristóbal Guevara ingresa en el Instituto La Rábida  de Huelva y con la edad de trece años comenzó a jugar en el equipo de fútbol del instituto. Más arriba del centro docente existía una academia de pintura que dirigían Pedro Gómez y García Orta, fueron sus primeros pasos en la pintura. Luego Guevara fichó por el Atlético de Huelva, y posteriormente pasó al Onuba. Recuerdo que en aquel primer encuentro que tuvimos con el artista nos subrayó: “Yo tenía velocidad, puesto que era campeón escolar de los cien metros libres y metía goles”.

Guevara debutó en Linares con el Onuba, pero jugó poco tiempo porque como luego nos confesó, “me retiré del fútbol por mor de una pleuritis, por aquel entonces estábamos mal alimentados, ganaba veinticinco pesetas”. Tras dejar Guevara el fútbol, se dedicó de lleno a la pasión de su vida, la pintura, y con el mismo nombre, Guevara, recorrió en mundo. Montó una fundación en Roma, expuso sucesivamente en EEUU, Japón, Francia, China, etc. Pretendió transformar el mundo con su expresión artística.

Guevara emigró tras la Guerra Civil a Sudamérica y se integró en los círculos artísticos argentinos y uruguayos, para finalmente residir en Italia, donde concibió casi la totalidad de sus trabajos con técnicas abstractas,  libertad gestual  y colores sensuales que le hacen meterse en una corriente ‘Arte Nuova’ y ‘No figurativo’.

En el año 1953 descubre la técnica de la combustión del pigmento e ingresa por méritos propios en el contexto internacional, iniciando su periplo por países de todo el mundo.

José Guevara está incluido en mi libro ‘Leyendas del Recre’, por su época de jugador en el Velódromo con el Onuba.

 

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