¿La ciudadanía se siente segura? Cuando se habla de Seguridad cualquiera puede pensar en una variedad de asuntos todos ellos de por sí inquietantes que se presentan, de manera inmediata en la mente, relacionados directamente con el contexto en el que en ese momento las personas se encuentren. Por ejemplo viajamos en un avión y el término seguridad evoca las condiciones en las que la vida pueda estar en riesgo por los factores que el volar conlleva. Puertas de seguridad, medidas de seguridad, scaners, etc… Si en espacios públicos nos encontramos con la policía u observamos cámaras de video, instaladas por doquier, evocamos la vigilancia. En la entrada de algún edificio público es común toparse con personal de control de acceso. Paseando por la calle en las fachadas de algunas casas el cartel de agencia de Seguridad con el consabido lema “propiedad vigilada” por tal o cual compañía. Nos percatamos de la existencia de control, la vigilancia en todas partes, sobre todo donde alguien tenga la tentación de apropiarse de lo ajeno sin pagar por ello, en los supermercados, grandes superficies… Por otro lado la seguridad está relacionada con la protección y de ahí la proliferación de servicios de “protección civil”. Un inciso: el calificativo civil no acaba de encajar ya que pudiera parecer que a quienes son militares o religiosos (los estados tradicionalmente aceptados que una persona pudiera tener) no les afectara esa protección “civil”
La seguridad se invoca cuando se tiene la sensación de in-seguridad, de no estar seguros. Y esta sensación de inseguridad tiene un ámbito mucho mayor que situaciones descritas anteriormente. De hecho las personas se agrupan, viven en colectividad, en comunidades, para conjurar la incertidumbre que genera la inseguridad. El llamado pacto social se produce, y es comúnmente aceptado sin dificultad por la especie humana, para conseguir la protección de vidas humanas. Poder acceder a los medios que permiten alimentarse, protegerse de la intemperie, mediante viviendas, ropa de abrigo, climatizando los lugares que habitan, evitar las enfermedades o curarlas, resguardarse de las inclemencias del clima o del ataque de otros seres vivos…
La humanidad siempre ha buscado la seguridad para preservar la vida. Y el concepto vida cada vez ha ido ampliándose y haciéndose más complejo, afectando a muchas facetas de la actividad humada. La única razón que legitima la existencia del Estado es garantizar la seguridad de la ciudadanía que lo conforma. Si esa ciudadanía vive con inseguridad el qué será de las vidas de sus hijos e hijas, que no encuentran trabajo para poder independizarse y realizar su proyecto personal en libertad, bien en solicitarlo o formando familias, este Estado tiene muy poco sentido. Si además la ciudadanía vive con inseguridad que cuando se sea mayor nadie garantiza la seguridad de ser atendidos cuando sean dependientes, o que sus jubilaciones podría desaparecer la pervivencia de un Estado deja de ser necesaria. Nos agrupamos socialmente para sentirnos seguros. Porque lo que nos une es la necesidad de dar respuestas colectivas que preserven las vidas de todas y todos.
Los sentimientos de pertenencia a proyectos comunitarios, autonómicos, nacionales, mundiales, se sustentan en la búsqueda de garantías de seguridad para vivir dignamente como humanos. Si el Estado no garantiza el bien supremo del derecho a una vida digna ¿Para qué sirve? Todo lo demás es superfluo, secundario, porque o se garantiza la SEGURIDAD, de vivir dignamente, de todas y todos, o el pacto social (el estado moderno) no tiene sentido alguno.
Fdo Rafael Fenoy Rico
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