Educar para el futuro

El puñetero WhatsApp del cole

Se debería revisar y adecuar el funcionamiento y el papel que desempeñan estos grupos de WhatsApp

Publicado: 11/10/2018 ·
10:07
· Actualizado: 11/10/2018 · 10:07
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Se ha escrito mucho sobre como los grupos de WhatsApp formados por madres y padres de alumnos del colegio afectan a la educación de sus hijos. Inicialmente deberían ser solo una herramienta para comunicar temas escolares, pero a menudo funciona como cualquier chat de relaciones sociales. Hay quien dice que estos WhatsApp son en gran medida el sustituto actual de los antiguos ratos de charla que se tenían a la entrada o salida del colegio, que son impedidos por la prisa impuesta en los tiempos que corren.

Lo cierto es que quien de verdad tiene esa prisa tampoco chatea y los que lo hacen pierden mucho menos tiempo que si hablasen. Estos grupos de chat tienen cosas positivas, pero el ruido de fondo que provoca el trato frecuente de asuntos que poco o nada tienen que ver con aspectos escolares, termina por causar más trastornos que beneficios.

En estos chat se lanzan todo tipo de mensajes ajenos a su cometido y se interviene sin mesura ante ellos, cualquier evento escolar sirve para opinar y criticar hasta la saciedad, se cotillea de temas varios e incluso se atienden intereses y negocios.

Pero la peor parte se la llevan precisamente aquellos a los que debería beneficiar que existan estos grupos, los alumnos y profesores. Así, por ejemplo, hay progenitores que a diario (no a veces) preguntan por los deberes de sus hijos actuando de agenda perniciosa para el desarrollo de su responsabilidad, mientras hay algunos que discuten y critican al colegio y a los profesores (la mayoría sin tener ni idea) creándoles entornos de hostilidad y mermando su autoridad académica y personal.

Aunque solo sea por esto último, se debería revisar y adecuar el funcionamiento y el papel que desempeñan estos grupos de WhatsApp.

Si las madres y padres de alumnos que forman estos grupos de WhatsApp quieren que sirvan realmente para lo que ellos pretendían cuando los crearon, tendrán que evitar situaciones como las anteriores. Para ello deberán autoimponerse condiciones tales como la existencia de un moderador y de unas reglas de intervención, para así impedir que el chat pierda su cometido inicial y se convierta en uno de tantos chat utilizados para relacionarse socialmente.

Una vez dentro de un WhatsApp de madres y padres de alumnos, como en otros foros sociales, es difícil salirse sin ser señalado por el grupo, lo cual fomenta que sus miembros decidan permanecer en un segundo plano sin abandonarlo o se dejen llevar por la dinámica que se imponga.  

Por ello es necesario reflexionar sobre la índole educativa que debe presidir a estos grupos de WhatsApp y sobre cómo el no hacerlo perjudica a los alumnos, profesores y colegios. Al final un chat es como una herramienta que se diseña para un fin concreto y si se utiliza para otro puede resultar peligroso para alguien. En este caso para nuestros hijos.

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