De vuelta a Ítaca

Marisa

Marisa llega a casa agotada. El último turno del super es siempre el peor, y desde que la cambiaron de centro, tarda casi una hora en llegar desde el trabajo...

Publicado: 10/10/2018 ·
21:44
· Actualizado: 10/10/2018 · 21:44
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Autor

Alejandro Sánchez Moreno

Alejandro Sánchez Moreno nació en Sevilla. Es docente e historiador. Especialista en historia del movimiento obrero andaluz

De vuelta a Ítaca

Análisis de cuestiones, tanto históricas como de actualidad, desde una visión crítica de nuestra realidad política, económica y social

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Marisa llega a casa agotada. El último turno del super es siempre el peor, y desde que la cambiaron de centro, tarda casi una hora en llegar desde el trabajo a su piso. Cuando esto ocurre, apenas tiene ya ganas de cenar, y su hija está dormida desde hace tiempo. Cada noche, después de esbozar algo parecido a un suspiro, Marisa coge siempre un yogur desnatado del frigorífico, y enciende el televisor para tirarse en el sofá, dispuesta a tragarse lo primero que encuentre entre la programación basura que ofrecen a esas horas. Se siente  cansada, pero muy afortunada. Y es que podía haberle ido peor. Y podría haberle ocurrido como a su hermano, que fue desahuciado cuando se quedó en el paro hace ya seis años, y no pudo hacer frente a la hipoteca, viéndose obligado a irse a vivir a casa de sus suegros junto a sus propios hijos y su mujer. Ahora todos sobreviven de la pensión de miseria que entra en esa casa. Y eso es mucho peor que lo suyo.

En realidad no es que a ella las cosas le vayan estupendamente. Pero mal que bien, con sus 800 euros de sueldo paga su hipoteca y puede llegar a final de mes haciendo algunos malabarismos, como no encender la calefacción o dejar a deber de vez en cuando algunos eurillos en la tienda de abajo. Sin duda la culpa era suya, pues como se lo recordaban una y otra vez, ella y otros muchos millones de españoles había vivido por encima de sus posibilidades.  Y por eso se metió en aquella letra para comprar un piso de 70 metros en su barrio de toda la vida. Le dijeron que eso era una inversión, y el banco le dio todas las facilidades del mundo para firmar. Y así lo hizo. Pero después vino la crisis, y los despidos, y las bajadas de los salarios... pero bueno, eso ya es pasado. Ahora las cosas van bien según parece, y todo está volviendo a la normalidad, aunque esa normalidad a veces la haga sentir ahogada.

Pero no debe ser así para la mayoría. Según ella sabe por los telediarios, todo ha mejorado, y la economía está creciendo; y de hecho las grandes fortunas han aumentado su patrimonio desde el estallido de la crisis. Y es que hay personas que se lo curran, y que saben invertir y no darse jamás por derrotadas. Marisa tiene claro que esa gente es la que debería dirigir el país. Porque si ellos salen adelante y se enriquecen, al final los demás también lo harán. Y aunque paguen menos impuestos o intenten ocultar su riqueza del fisco, esta gente es un orgullo para España, ¿No?, ¿O es que usted no pagaría menos a Hacienda si pudiese hacerlo?

Hoy, Marisa ha leído en el descanso del bocadillo que es posible que una nueva crisis estalle. Y que ya hasta el FMI reconoce que esto es inevitable. Aunque no tiene mucha idea de economía ni mucho menos de política, ella tiene claro qué puede estar provocando esto,ahora que ni ella ni casi nadie puede ser señalada de vivir por encima de sus posibilidades. Y es que como ha escuchado en la radio, el estado social es insostenible. Las pensiones, la sanidad y la educación de las que ella misma hace uso, son demasiado costosas, más cuando hay una legión de inmigrantes dispuestos a vivir de las ayudas sociales. Ella intuye que como esto no tiene remedio, habrá que volverse a apretar el cinturón, y no le importa, pues sabe que en un futuro todo será para bien. Además tampoco tiene muchas ganas de pensar en eso, porque le acaban de mandar un vídeo en el que Ana Rosa Quintana deja en su sitio a un populista de esos que ha propuesto subir los impuestos a las rentas más altas. ¡Y es que hay que tener poca vergüenza para venir con esos cuentos!

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