Los ministros y los gobernadores de los bancos centrales se reunieron en Londres para preparar la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los próximos días 24 y 25 en Pittsburgh (EEUU), y evitaron cualquier muestra de triunfalismo frente a los “brotes verdes” que empiezan a surgir en diversos indicadores económicos.
La cita se celebró después de que países como Alemania, Francia, Japón o Australia hayan confirmado su salida de la recesión y de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) revisará al alza las previsiones de crecimiento mundial para el año próximo.
Pero los ministros del G-20 coincidieron en que hay todavía un largo camino por recorrer y que por lo tanto seguirán aplicando las medidas de apoyo aprobadas en las últimas dos cumbres del grupo, incluidas las monetarias y fiscales, “hasta que garanticemos la recuperación”, manifestó el ministro británico, Alistair Darling.
La reunión comenzó con una intervención del primer ministro británico, Gordon Brown, uno de los principales arquitectos del consenso construido en torno al G-20 en los últimos meses, quien alertó contra el “grave error” que supondría abandonar los planes de gasto público y de estímulo fiscal en estos momentos.
“Decidir ahora que es el momento de empezar a retirar y a revertir las medidas excepcionales que hemos tomado sería a mi juicio un error grave”, subrayó el primer ministro.
“Por el contrario –agregó– con más de la mitad de los 5 billones de dólares de expansión fiscal comprometidos todavía por gastar, creo que el rumbo prudente es que los países del G-20 apliquen los planes fiscales y los paquetes de estímulo que han aprobado y garanticen que se aplican tanto este año como el próximo”.
El secretario estadounidense del Tesoro, Timothy Geithner, habló de los “signos de recuperación” que empieza a mostrar la economía mundial, pero llamó la atención sobre “los otros desafíos significativos” por resolver, como la elevada tasa de desempleo.
“El desempleo es inaceptablemente alto. Las condiciones para su recuperación sostenible lideradas por la demanda privada aún no se han establecido”, dijo Geithner, cuyo país se ha situado en una tasa de paro del 9,7%, la más alta desde 1983.
Geithner reivindicó la tarea desempeñada hasta ahora por el G-20, que se enfrentó “al mayor desafío de la economía mundial en generaciones (...) con un programa sin precedentes”, en unas acciones que “sacaron a la economía del fondo del abismo”.
El consenso se logró también en lo que se refiere a reformar las bonificaciones de los directivos bancarios, un asunto que planteaba cierta controversia antes de la reunión por la pretensión de Francia de imponer un techo a las primas, y que se resolvió con una propuesta británica de vincularlas al éxito o el fracaso de gestión.
La propuesta incluye una prórroga sobre un porcentaje de las primas pactadas, a la espera de conocer el resultado de la gestión del directivo, recortes si los resultados son malos y vincular en mayor medida el beneficio a la marcha de las acciones en Bolsa.
La propuesta incluye una prohibición de las bonificaciones fijas y garantizadas y una mayor transparencia sobre quién recibe un pago millonario al terminar su trabajo al frente de una institución financiera y la cuantía del mismo.
La vicepresidenta segunda del Gobierno español, Elena Salgado, admitió que no hubo un consenso suficiente para poner un techo a esas primas, tal y como proponían algunos países europeos.
“No hemos llegado a un consenso absolutamente suficiente y hemos quedado en seguir trabajando”, afirmó Salgado, quien matizó que la propuesta europea no pedía “límites cuantitativos estrictos, sino alguna relación entre remuneración fija y remuneración variable”.
El G20 se comprometió también a “trabajar para combatir la excesiva volatilidad de los precios de las materias primas, mejorando la transparencia de los mercados, promoviendo el diálogo entre los países productores y los países consumidores”.
En cuanto a la mayor influencia que reclaman las naciones emergentes en la toma de decisiones en instituciones financieras internacionales como el FMI y el Banco Mundial (BM), con Brasil, China y la India a la cabeza, también se allanó el terreno para que la cumbre de Pittsburgh adopte medidas concretas en este tema.
El Consejo de Estabilidad Financiera, organismo internacional que nació de la cumbre de abril, será el encargado de perfilar las propuestas y de supervisar su cumplimiento en el futuro.
Por su parte, la organización humanitaria Oxfam calificó de “decepcionante” que el G20 haya puesto el énfasis en las primas de los banqueros en lugar de las necesidades de millones de personas sin recursos que sufren por la crisis económica global.
El asesor de política de Oxfam, Max Lawson, dijo que este grupo podía haber acordado el establecimiento de un impuesto –la tasa Tobin– sobre las transacciones en divisas que permita ayudar a la gente más pobre.
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