La Taberna de los Sabios

¿Dónde están enterrados los reyes andaluces?

Desdichados reyes andaluces. Nadie, nunca, lloró sobre sus tumbas

Publicado: 26/09/2018 ·
09:11
· Actualizado: 26/09/2018 · 09:11
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Autor

Manuel Pimentel

El autor del blog, Manuel Pimentel, es editor y escritor. Ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales

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En tiempos de vértigo, los sabios de la taberna apuran su copa porque saben que pese a todo, merece la pena vivir

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Si no somos siquiera conscientes de la existencia de grandes reyes andaluces, ¿cómo nos van a preocupar sus huesos? Derrotado Al Ándalus, sus monarcas – tan hispanos como los de los reinos cristianos – no obtuvieron la reconciliación de la historia. Sobre ellos cayó el desprecio y el olvido. Pero reyes hispanos fueron, por lo que, cuando menos, merecen el bálsamo del recuerdo. Por eso, nos preguntamos. ¿Dónde se encuentran sus tumbas? Los reyes castellanos, aragoneses, navarros, leoneses y astures descansan en sus panteones hermoseados por esculturas y epitafios. ¿Dónde están los andaluces? ¿Dónde se encuentran sus tumbas? Desgraciadamente, no lo sabemos, pues avatares diversos borraron su rastro de la historia.

Abderramán III fue califa de Córdoba y el monarca más poderoso de la Europa del siglo X, artífice de la joya de Medina Azahara. ¿Dónde está sepultado? Todos los emires y califas de Córdoba recibieron sepultura en la rawda real, tras el alcázar omeya. Nunca se encontraron sus restos, aunque, paradojas del destino, hay quien piensa que se corresponden con los descubiertos en el siglo XIX y que fueron identificados entonces como los de los Santos Mártires de Córdoba. Quién sabe. Califas de Córdoba, tanta gloria y poder, para caer en el olvido en la propia ciudad que encumbraron. Nadie sabe dónde se encuentran sus restos, a nadie parecen interesarles. Tras la caída del califato, en 1031, las taifas emergieron. La más importante, la de Sevilla, y su monarca más emblemático, Almutamid, el rey poeta que hubo de optar entre almorávides o cristianos. La frase con la que desanudó el dilema aún resuena en el eco de la historia: “Prefiero ser camellero de los almorávides antes que porquero de los castellanos”. El sultán almorávide lo exilió a Marruecos. Su tumba se encuentra en Agmat, cerca de Marrakech, donde aún puede ser visitada en nuestros días. Los almorávides también desterraron a Agmat al rey de la contemporánea taifa de Granada, el zirí Abdallah. Desgraciados en vida, descansan, al menos, en tumba conocida en el exilio.

Boabdil, el último rey de Granada, abandonó la ciudad en 1492 tras la conquista de los Reyes Católicos. Desaparecía Al Ándalus como poder político, permanecería semioculta su corriente telúrica y cultural.  Boabdil el Desdichado, como también fuera conocido, se dirigió hacia Láujar de Andarax, la cabecera del señorío que los monarcas castellanos le habían otorgado, donde pasó unos meses sumido en una profunda melancolía que ni siquiera la cetrería ni las largas cabalgadas pudieron sanar. Sabemos que en 1493 embarcó desde Adra rumbo a Melilla, desde donde se dirigiría hacia Fez, capital de sus aliados/enemigos meriníes. Allí viviría con discreción hasta encontrar la muerte cuarenta años después. Según el cronista al-Maqqari, fue enterrado en el gran cementerio que se encuentra junto a la Bab-Sharia, la puerta de la Justicia, un cementerio que aún presta servicio en nuestros días. Otros investigadores consideran, no obstante, que sus restos descansan en Argelia, en la ciudad santa de Tlemecén. Y, por último, hay quien no descarta que se encuentren en España, bajo la iglesia de Santa Fe de Mondújar. El manto del misterio cubre, pues, la sepultura del nazarí más desdichado.

Desconocemos, por tanto, el lugar de sepultura del último de los reyes andaluces. Pero, ¿y el de sus predecesores nazaríes, emires de Granada? ¿Dónde se encuentran enterrados? Sabemos que desde que Ismail I dispusiera la rawda, el cementerio real de la Alhambra, en las cercanías del Patio de los Leones, todos los sultanes granadinos recibieron allí sepultura. Las crónicas nos cuentan que Boabdil, antes de su salida definitiva de Granada, desenterró a sus antepasados para llevarlos con él hacia Mondújar, donde recibirían definitiva sepultura. Pero, de nuevo, salta la duda. ¿De qué Mondújar se trata? ¿De Santa Fe de Mondújar, en Almería, o del Mondújar del granadino valle del Lecrín? Opiniones existen en uno y otro sentido, por lo que los restos de la gran dinastía nazarí continúan desaparecidos en las brumas del olvido.

Desdichados reyes andaluces. Nadie, nunca, lloró sobre sus tumbas. Ojalá que el aroma de nardo de estas líneas sirva, al menos, de consuelo liviano para su infinita soledad.

 

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