El curso político ha echado a andar con un cierto tufillo a elecciones. De momento, ni confirman ni desmienten los responsables de convocarnos a las urnas. Pero el ruido político está ahí. Por lo pronto, los partidos ya han comenzado a engrasar su maquinaria. Aunque no hay fecha, algunas formaciones políticas tratan de encontrar la coartada perfecta para justificar el adelanto electoral. El tiempo apremia cuando los sondeos juegan a la contra. Está claro que la moción de censura trastocó los planes de todos. Algunos ya se veían instalados en el Palacio de la Moncloa gracias a un eterno idilio demoscópico truncado un fatídico 2 de junio. Una jornada ominosa para el ex presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, y especialmente para el presidente de Cs, Albert Rivera, que se veía en la bancada azul. Cosas que pasan cuando te dejas llevar exclusivamente por los sondeos y no por las urnas. Sin embargo, el turbulento final de curso nos deparó más sorpresas: otro joven y apuesto político tomaba las riendas del principal partido de la oposición. Pablo Casado desbancaba a la toda poderosa Soraya Sáez de Santamaría en unas primarias muy reñidas. De nuevo, comprobamos que el poder sigue conjugándose en masculino. La elección de Casado dejó claro que la política nacional sigue estando capitaneada por ellos. Mientras se pone el foco en el relevo generacional, lo cierto es que el relevo de género, tan importante o más que el generacional, aún está por llegar en el sistema político español. Excepto Susana Díaz y Francina Armengol, en el resto de autonomías el protagonismo recae también sobre ellos. Al día de hoy, salvo cambios de última hora, los Pedros, Pablos y Albertos son los primeros espadas de la vida política de este país. También son ellos los máximos dirigentes de sus agrupaciones políticas. La paridad de la que tanto se habla se sigue resistiendo a la mujer. Si bien la participación femenina ha mejorado sensiblemente, el nuevo gabinete es un ejemplo, seguimos estando al socaire de la voluntad del gobierno de turno. Pedro Sánchez revolucionó con los nombramientos de su equipo ministerial (11 ministras y 6 ministros), pero no nos engañemos esto no es el resultado de un parlamento paritario. Es fruto, como dijo en su momento una compañera periodista, de las manifestaciones del 8 de marzo. Somos la mitad de la población, pero la igualdad, también en el Congreso de los Diputados, es más un espejismo que una realidad.
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