El Jueves

Ciento y pico

Este es el tiempo de ocupación del palacio de la Moncloa por parte de Pedro Sánchez. Algo más de tres meses ...

Publicado: 19/09/2018 ·
21:25
· Actualizado: 19/09/2018 · 21:25
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Autor

Miguel Andréu

Miguel Andréu es comunicador y escritor. Actualmente, director de Andréu Comunicación

El Jueves

Este blog aborda temas generales de actualidad, preferentemente de interés local en Sevilla

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Este es el tiempo de ocupación del palacio de la Moncloa por parte de Pedro Sánchez. Algo más de tres meses en los cuales hemos podido ver de todo y todo casi nada agradable. Las decisiones del presidente y de su equipo de gobierno (distinto en dos carteras del primitivo que comenzó esta andadura tras la moción de censura) dejan en todos los escenarios más preguntas que respuestas claras así como un rosario (ya casi diario) de rectificaciones, que demuestran la falta de coordinación entre los distintos ministerios así como con la propia presidencia. Esto lleva sin lugar a dudas a una alarmante ausencia de programa de gobierno que presuma de ser eso, un programa.

En estos más de cien días Sánchez ha perdido a dos ministros, Máxim Huerta y Carmen Montón, por gravísimos problemas de ejemplaridad. Pero quizás, mirando con cierta perspectiva, esto no haya sido lo más grave en este periodo de gobierno.

La enorme metedura de pata de Margarita Robles, titular de Defensa, de la supuesta cancelación del contrato de venta de 400 bombas a Arabia Saudí puede ser uno de los muchos botones de muestra de la gestión del gobierno de Sánchez. Como bien saben, los trabajadores de Navantia, no sin faltos de razón, se echaron a la calle por el temor a perder la carga de trabajo que les suponía el contrato de cinco corbetas para los saudíes y un puerto para las mismas al sur de Jedda en el Mar Rojo. Esto nos hubiera llevado a algo mayor: el daño adicional que hubiera podido acarrear a las empresas constructoras y tecnológicas que trabajan en ese país.

La desastrosa rectificación que tuvo que acometer la ministra de Justicia en la impresentable demanda contra Pablo Llarena de los fugados encabezados por Carles Puigdemont ha sido otro de los platos fuertes de estos meses. Y el gol por la escuadra (según sus propias palabras) que encajó la ministra Magdalena Valerio rozó el bochorno: su propio departamento dio vía libre a la constitución de un sindicato para trabajadoras sexuales sin que ella se enterara de la medida.

Y así podríamos seguir con asuntos como Cataluña, donde la supuesta estrategia de apaciguamiento en uno de los asuntos más importantes (y sensibles) en el que está sumido este país está llena de respuestas en blanco, incertidumbre y una galopante preocupación.

Toda esta suerte de escenarios (mas otros que también existen y que no reseño por falta de espacio) han afectado a la economía, que comienza a sufrir una importante desaceleración según los expertos. La era Sánchez ya se ha convertido en la más débil de nuestra democracia, entre otras cosas por pura credibilidad. 

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