Lo que estamos viviendo en estos tiempo a nivel político es más que un bochornoso espectáculo lleno de incoherencia e irracionalidad, al más puro estilo de Terry Jones y Terry Gilliam, pero sin un guión que marque las pauta.
Las escandalosas falsificaciones en los currículum de los distintos políticos son el fiel reflejo de esta sociedad podrida que nos ha tocado vivir, donde los valores no pasan el primer corte, dejando una lamentable imagen de este país, que no cesa en seguir bajando al más profundo abismo de la desvergüenza. Estamos asistiendo a una situación caótica, propia de un enorme circo descontrolado, sin un final muy prometedor. Los cimientos de esa España siguen tambaleándose a merced de nuestros representantes políticos, que enturbian uno de los pilares fundamentales del sistema educativo nacional, y no por falsear sus formaciones académicas, exclusivamente, pues también es la propia universidad la que prostituye sus ideales aceptando este incomprensible juego ruin y canalla, indigno para los roles que representa.
Es incomprensible observar que muchos de estos personajes en los que hemos depositado nuestra confianza, nuestro futuro, así como el de nuestro hijos, son un verdadero fraude, carentes de dignidad y con la osada actitud del típico tunante, capaz de manipular y engañar con tal de lograr un estatus en este sistema de ‘titulitis’ en el que está sustentada nuestra visión profesional.
Es triste comparar a los miles de estudiantes que dedican parte de su vida a su formación, años de duro esfuerzo y cuantías económicas desorbitadas con esta panda de truhanes que pretenden gobernar el país a base de engañar a los votantes.
España necesita una limpieza generalizada en todos los aspectos, necesita instaurar en la sociedad unos principios básicos morales que contrarresten la falta de ética actual con la que estamos abocados al fracaso.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es