Sindéresis

Matanza

Mientras dirijamos nuestra indignación hacia los trabajadores de Astilleros, los mismos cabrones de siempre se irán de rositas.

Publicado: 17/09/2018 ·
01:26
· Actualizado: 17/09/2018 · 01:39
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

Del propio autor:

VISITAR BLOG

Vivimos en un planeta salvaje, en un siglo con una guerra mundial encubierta y un colonización salvaje encubierta y crisis humanitarias terribles en Asia, África y Sudamérica. No hemos visto nunca una década de paz y España concretamente no ha conocido jamás un sigo de paz. Nos hemos llevado desde la edad de bronce afilando, puliendo, contrachapando, soldando y fundiendo piezas para matar o defendernos de la muerte.

Tenemos que saldar cuentas con un gran montón de emporios y gobiernos asesinos, empezando por algunos que hemos tenido nosotros mismos. Me pregunto cómo nos verán algunos países árabes o africanos cuando aplaudimos en los mítines electorales a gente que niega un mísero 0,7% y no solo construye armas para otros países criminales, sino que participan en invasiones injustificadas y forman parte de un organismo, como la ONU, que no solo hace oídos sordos a los desmanes de la OTAN, sino que envía pederastas a sus misiones humanitarias. Por supuesto, no nos podemos olvidar de las labores de espionaje y contraespionaje: desestabilización de países, extorsiones, sobornos y asesinatos de elementos con cierta capacidad para impedir el expolio de los países del Tercer o Segundo Mundo, ahondando en esta colonización encubierta, avivando el elemento que actualmente está provocando la mayor matanza en el globo: el hambre.

Aviones que paraban en nuestro territorio soberano en su viaje hacia la base militar americana de Guantánamo. Móviles que funcionan con un mineral expoliado y manchado de sangre. Gas ciudad que llega a través de gaseoductos construidos sobre la guerra. Niños que desaparecen dentro de nuestras propias fronteras. Una política exterior europea que compadrea con los peores asesinos. Una unión europea y una diplomacia española a la que han enviado a conseguir contratos para hacer más ricos a los que ya son ricos. Porque, no sería bueno que lo olvidáramos: estos contratos de fabricación de armas no se cierran pensando en los trabajadores. Si alguien estuviera pensando en los trabajadores, si alguien estuviera pensando en el país, si alguien estuviera pensando en el planeta, Navantia estaría fabricando tecnología punta para producir energía renovable.

Esto no se hace para mejorar la vida de los gaditanos, y los curritos gaditanos, como bien se puede entender, no tienen la culpa de que vivamos en un planeta salvaje y que nadie le ponga las cartas sobre la mesa a Arabia Saudí; que cuando queremos, lo hacemos. Que ya hemos quitado unos cuantos dictadores. Que estamos amenazando todo el rato a Venezuela. Que somos muy amigos de la policía naranja del mundo libre. No, los trabajadores no tienen la culpa de que Arabia Saudí esté gobernada por psicópatas recién salidos de una caverna, gente que no debería tomar decisiones ni para podar un jardín. El imperio inglés se encargó de armarlos y unirlos durante la Primera Guerra Mundial para tener un aliado contra los turcos. Y no me cabe duda de que, si una factoría española no les fabrica las armas, será una factoría inglesa la que los provea de ellas.

Vivimos en un planeta salvaje y terrible aunque esas bombas se fabriquen fuera y aunque esas corbetas se fabriquen fuera y, bueno, qué más quisiera yo que todo esto se arreglara diciendo que no una vez. A mí también me parece una vergüenza que cualquier país civilizado siga teniendo trato con los saudíes, pero me temo que, ante cualquier bloqueo económico, no serán los jeques los que pagarán el pato, sino los curritos, como nuestra gente de Astilleros. Todavía queda para que sea la gente de bien, el 99%, los que decidan sobre este tipo de cosas. Pero le seguimos regalando el planeta al 1% y esta situación esperpéntica y terrible no es más que una de sus consecuencias. Mientras dirijamos nuestra indignación hacia los trabajadores de Astilleros, los mismos cabrones de siempre se irán de rositas.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN