Sindéresis

Personas con problemas

No andamos sobrados de Cristos, pero muchas veces es bastante con no hacer como Pilatos.

Publicado: 18/08/2018 ·
21:33
· Actualizado: 18/08/2018 · 21:33
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Las personas con problemas te ayudan a crecer como persona. Te ponen delante del espejo de las excusas. Te hablan desde lugares en los que no has estado. Son los hijos de la experiencia que nunca tuviste.

Acércate a ellas y pídeles permiso para entrar. A veces su principal problema es que no saben pedir ayuda. Es decir, que te conocen tan bien que saben qué pensarás de ellas si te piden ayuda. Las personas con problemas son el resultado de nuestra interacción con ellas. Muy a menudo, nosotros somos el problema.

Si su problema es económico, ellas son una medida de nuestra avaricia. Si su problema es físico, ellas son un reflejo de nuestra pereza. Si su problema es mental, ellas son reflejo de nuestra ignorancia, de nuestro miedo, de nuestra mezquindad.

Todo eso sucederá mientras pienses que las personas con problemas son un problema para ti y no para ellas. Mientras calcules con pericia carroñera cuánto más se tendrían que haber esforzado en la vida para no venirte ahora con sus problemas, qué decisiones tendrían que haber tomado en esos cruces de camino en los que estoy seguro de que no te has visto nunca. Qué cosa más chusca y cruel son los libros de autoayuda. Qué dicen, aparte de que te vas a tener que ayudar tú mismo, porque nadie más tiene obligación de hacerlo.

                Las personas con problemas a veces odian mucho. Se les pudre la sangre de aguantar mierda y caen en la autocompasión y, cuando hablas con ellas, dicen cosas terribles y se distancian de los problemas de los demás. Muchos comentarios realmente asquerosos y degradantes vienen de personas con problemas.

                Los problemas no huelen bien. No se pueden aguantar durante mucho tiempo y salir con el carácter intacto. Si no nacemos odiando, una de las premisas de una persona debería ser plantearse de dónde sale el odio que siente en los demás.

                Las personas olvidadas pueden llamar la atención de maneras dolorosas y definitivas. Las personas heridas son peligrosas. Las personas enfermas se agarran a los demás como los que se ahogan. Las personas drogadictas hacen cualquier cosa por una medida. Las personas desatendidas sienten que viven en la selva y como criaturas de la selva pueden llegar a comportarse.

Y hay quien dice: todos tenemos problemas. Ya. Todos vamos a morir, pero algunos van a morir ahora.

Una persona con problemas necesita, principalmente, fe y ayuda. Cuando las cojas de la mano, que sepan que no es por un momento, que no te quedarás tan solo hasta que tengas que hacer algo más importante para ti. Cuando las cojas de la mano, míralas y diles, no des por hecho que lo saben, diles: si tú no sueltas, yo tampoco.

En serio, no tenemos una cosa mejor que hacer como seres humanos que procurar que nadie se quede por el camino por culpa de un problema. No andamos sobrados de Cristos, pero muchas veces es bastante con no hacer como Pilatos. Pon el brazo, pon la cara, estira tu manta, saca otro plato, escucha, aprende y déjate de excusas. Los dependientes no viven del cuento, los inmigrantes no nos están invadiendo, los pobres no están muy bien como están; pero tienen problemas.  

Piensa: si no naciste odiando, ¿qué coño te ha pasado?

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